martes, 3 de marzo de 2020

Una rehabilitación repleta de intenciones por Agustí Costa

El interiorista Agustí Costa realizó el proyecto de rehabilitación, interiorismo y diseño de parte del mobiliario de esta vivienda, en la que viven un conocido editor y escritor, y sus dos hijos de 11 y 14 años. La vivienda, ubicada en un edificio residencial construido hace casi 60 años en Berga (Barcelona), necesitaba aislamientos térmicos, ya que carecía de ellos a pesar de estar bajo una cubierta plana; calefacción; soluciones prácticas y económicas para la reforma; y aprovechar el mobiliario que el propietario tenía en su antigua vivienda.
Explica Agustí Costa que «se trataba de construir una vivienda de bajo coste, imaginativa, aceptando planteamientos que iban más allá de las convenciones. Esto, salvando el reto -importantísimo- de tener que aprovechar el mobiliario que tenía el propietario en la casa en la que vivía, resultaba suficientemente motivador, para iniciar la aventura».
El proyecto conllevó eliminar tabiques, plantear un interior abierto y hacer un aprovechamiento más racional del espacio. De esta manera, el recibidor, demasiado grande se redujo, destinando los metros ganados a un estudio para los hijos y, ocasionalmente, para el padre, al que se incorporó visualmente mediante muebles bajos.
Coderch y Jacobsen.
La escasa anchura del estudio queda atenuada con la compartimentación mediante el mobiliario y ampliada, visualmente, con el corcho de la pared medianera que hace que el pasillo de circulación también parezca formar parte de esta estancia. En este espacio para padre e hijos, se incorporaron la lámpara Disa, diseñada por el arquitecto José Antonio Coderch; el perchero Perruca; y las sillas de Arne Jacobsen. Una librería de suelo a techo pone límite a esta estancia.
El giro de la planta se solucionó con otra librería, la mitad con libros vistos y, la otra mitad, la más próxima a la cocina, ocultos tras una mampara corredera. Apunta el interiorista que «esta segunda librería se superpone con la anterior y articula el paso hacia la cocina». Pero antes, se encuentra la zona de máquinas (lavar, planchar, despensa) que se ha tamizado con una mampara tipo estor». En esta zona, el pasillo se ensancha para ayudar a hacer más agradable el acto de elegir y coger los libros. «Este juego de ampliar o estrechar la anchura del pasillo, combinado con la ausencia de tabiques, la distribución con muebles y la presencia de algunos filtros, que permiten alargar la mirada, resulta muy gratificante», explica el autor del proyecto.
Intervención mesurada en cocina y baño.
En la cocina y el baño, la intervención fue mesurada. En la primera estancia, se limita a una gran bancada de mármol blanco de 130 cm de ancho que acoge, por un lado, los armarios bajos de la cocina, la vitrocerámica y el fregadero, y, por otro, los electrodomésticos recuperados del propietario. El frigorífico, el horno, el microondas y el lavaplatos, también heredados, se sitúan en un armario, sin puertas y de color negro, que define el límite entre la zona de las actividades y la de descanso (estar, dormitorios…). Es un mueble central y articulador, que pone el contrapunto entre dos zonas diferentes, donde aparecerán la mayor parte de los muebles rescatados del propietario.
En el baño, muy básico, destaca la ducha revestida con pintura azul de piscina y el espejo, situado en un costado del lavabo, para salvar la ventana que da encima de un tejado. El espejo se resigue con una tira de LEDs en el techo.
Los dormitorios de los hijos son esenciales y compartidos, ya que la función de estudiar se ha trasladado al estudio, separados solo por un armario bajo sin puertas. Se accede a ellos tras pasar una cortina de color dorado que potencia la luz que entra por una única ventana. El dormitorio del padre, diseñado siguiendo el mismo criterio de austeridad, ha reducido su superficie para dársela al espacio de los niños.
Un contenedor blanco de interiores sobrios.
En líneas generales, la vivienda se ha diseñado como un contenedor blanco al que se «pegan» los diferentes elementos de mobiliario. El color «se confía a los muebles, recuperados del editor, situados en medio de los espacios. Ellos, se encargan de aportar color y textura. Son las sillas Jacobsen del comedor, los taburetes de los dormitorios, alguna mesilla, el sofá y las butacas… sobre el blanco del contenedor solo interrumpido por la presencia del mueble negro», dice Agustí Costa.
La iluminación, por las mismas razones económicas que han presidido el trabajo, se resuelve con portalámparas y bombillas globo de LEDs, algunos de casquete dorado; lámparas japonesas de papel, directamente instaladas en el techo, y la lámpara Coderch, en la entrada.
Las cortinas venecianas de las ventanas, situadas en la zona de la cocina y el comedor, son de lamas perforadas y están pensadas para estar, siempre, casi cerradas, ya que tienen la función de evitar ser vistos y poder ver el paisaje urbano del exterior, veladamente, situado tan solo a 5 m.
Por último, toda la planta está pavimentada con linóleo de color gris-beige, liso, material que también se ha utilizado para revestir el sobre de las mesas del estudio y del comedor.

Para más información visiten: Agustí Costa

















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