Al mismo ritmo con el que desnudamos nuestras intimidades, de manera más o menos fidedigna, a través de las redes sociales, hemos ido derribando las barreras que se levantaban en el interior de nuestros propios hogares. Renunciando a un concepto de “intimidad” que aparece hoy más relegado que nunca a reducidos aspectos de nuestra vida, del mismo modo que las estancias de nuestras casas han ido perdiendo esa distinción tradicional entre lo público y lo privado que las caracterizaba. Un hecho que ha ido generando en contraposición viviendas cada vez más públicas para residentes y asiduos visitantes, en las que las cocinas se presentan como máximo exponente de esa silenciosa revolución social en la que nos encontramos inmersos. Pasando en unas pocas décadas de ser uno de los terrenos más acotados de cualquier hogar, a levantarse como parte integrante de comedores y salas de estar. Una tendencia que no va hacer sino aumentar en los próximos años, y que tenemos intención de ayudarle a implementar con esta serie de consejos con los que conseguir una cocina completamente abierta e integrada.



Construya su propia isla
Una vez eliminadas todas esas barreras y tabiques que nos impedían poder disfrutar de una cocina abierta, surge la necesidad de saber articular correctamente esa unión entre el espacio destinado a cocinar, y esa otra estancia en la que nuestra cocina ha quedado integrada. Una de las soluciones más tradicionales, es la de instalar una isla que albergue desde la zona de los fogones al fregadero, o que simplemente actué a modo de bancada. Seguiremos estando ante un espacio completamente abierto y unificado, pero la isla actuará a modo de barrera visual y nos ayudará a zonificar la estancia, dando como resultado un entorno visualmente más limpio y armónico.

Separada con cristaleras


Arcos y pórticos
Para provocar esa sensación de separación entre el ambiente destinado a cocinar y esa otra zona de paso, sala de estar o comedor a la que queda vinculada nuestra cocina abierta, podemos recurrir igualmente a recrear arcos o pórticos que actúen de frontera visual. A veces la eliminación de los tabiques puede ser parcial, conservando algunos elementos que nos ayuden a dar la sensación de un ambiente diferente, ya sea en el techo con molduras o vigas o a mitad de camino con aperturas en la pared.
Unificar ambientes
Al abrir la cocina se produce una confusión entre las zonas de la casa, no se sabe bien dónde acaba el salón y comienza el comedor o la cocina. Para evitar ambientes contrastados lo mejor es optar por soluciones que unifiquen, ya sea usando la misma paleta de colores en las nuevas zonas o bien con elementos comunes como madera o azulejos.
Suelos combinados
Otra de las maneras más efectivas con las que delimitar los ambientes en una cocina abierta, es mediante la combinación de diferentes estilos de suelo. Esto responderá no únicamente a razones de decoración o de organización espacial, sino también a las propias condiciones de uso. En las zonas de cocina es habitual la presencia de fuertes desinfectantes, limpiadores y que se produzcan salpicaduras de productos abrasivos como el limón o el vinagre; sin mencionar las posibles averías de fregaderos, lavadoras y lavavajillas. Incidencias que podrían estropear por completo aquellos suelos más sensibles como mármoles o entarimados de madera. Como posible solución, puede barajar la opción de colocar en la zona de cocina un suelo diferente al del resto de la estancia, como un embaldosado cerámico con mejor comportamiento frente a la abrasión. Y si no quiere renunciar a un pavimento continuo ni a un buen entarimado, puede estudiar la opción de embaldosar todo el espacio con alguno de los nuevos diseños cerámicos de imitación madera.
Una cocina mural
Comenzaron a ponerse de moda durante la primera mitad del siglo XX gracias al movimiento moderno, y al auge de un pensamiento crítico que indagaba en la búsqueda de nuevas tipologías habitacionales. Fruto de aquellas inquietudes, se comenzaron a construir edificaciones con apartamentos de dimensiones cada vez más reducidas, en las que por el contrario se primaba la creación de espaciosas zonas comunes como restaurantes, piscinas e incluso tiendas, pensadas como áreas de reunión y socialización en las que los residentes pudieran pasar gran parte de sus horas del día. Por el contrario, el espacio privativo de los apartamentos se iba reduciendo hasta convertirlos en prácticamente confortables habitaciones de hotel en las que pasar la noche. Unas soluciones más utópicas que prácticas a la vista de los hechos, que sin embargo nos dejaron conceptos tan útiles hoy como el de las cocinas en forma de armario, o cocinas mural. En sus inicios era habitual mantenerlas ocultas tras una serie de puertas plegables o correderas. Pero gracias a un buen diseño de armarios, hoy pueden quedar perfectamente a la vista resultando de lo más prácticas, atractivas e integradas.
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