Interiorismo tres estrellas
Como sucede en la mayoría de espacios gastronómicos distinguidos con las tres codiciadas estrellas de la famosa Guía Roja, entrar en Frantzén es una auténtica liturgia. Si bien la calidad culinaria es la protagonista principal, los actores secundarios están sobradamente a la altura. El interiorismo, obra del estudio de arquitectura Joyn Studio, y los accesorios, realizados por artesanos de la cerámica, el textil o el cristal, envuelven esta experiencia sensorial de forma armoniosa.
Una experiencia dividida en 3 actos
Frantzén, que inicialmente se ubicaba en el casco antiguo de Estocolmo, ha reabierto sus puertas en un pequeño callejón del centro de la ciudad. Custodiado entre tiendas punk y de gangas, el nuevo restaurante de Björn Frantzén ha logrado mantener sus valores, a la par que ha potenciado la parte sensorial, que incluye cambios de tempos y escenarios. Para ello ha sido esencial el diseño interior que ha proyectado Joyn Studio, quienes han divido la experiencia en tres actos donde el menú de 10 platos se desarrolla en las tres plantas de este edificio residencial de 1912.
Primer acto: la recepción
El trayecto empieza en un lobby de ambiente casi sacro. Nos reciben en una sala monocromática protagonizada por ladrillos de color marrón oscuro que cubren paredes y muebles. A un lado, tres grandes frigoríficos exhiben la materia prima: carne y verdura.
Proseguimos por un estrecho pasillo de paredes negras. Hay agua a a un lado y el sonido nos traslada a una escenografía propia de la naturaleza. Se crea un ambiente tranquilo, relajante. Subimos al ascensor, que se ilumina gradualmente al ascender, hasta llegar al piso superior. Las maravillosas vistas sobre los tejados de Estocolmo nos dan la bienvenida al segundo acto.
Segundo acto: el salón
Los primeros platos se sirven en un salón informal inspirado en el clásico living room. En el centro, una gran chimenea de ladrillo marrón oscuro preside la sala. La moqueta del suelo, las butacas de terciopelo y las paredes de madera nos hacen sentir como en casa o, cuando menos, en un exclusivo club privado.
Tercer acto: el gran comedor
Finalmente llega la parte más animada. Bajamos al comedor principal donde una gran isla central acapara todas las miradas hacia el show-cooking de los chefs. Sus creaciones culinarias, que rozan lo artístico, se presentan en vajilla y cristalería de autor. Todas las piezas están realizadas por artesanos locales, como las piezas de cerámica de Stefan Andresson y las sillas de madera de Tre Sekel.
“Un espacio de 500 metros cuadrados distribuidos en tres pisos diferentes, para sólo 23 comensales. Una experiencia gastronómica única y, tal vez, una oportunidad única en la vida” comentan desde Joyn Studio.
Una experiencia dividida en 3 actos
Frantzén, que inicialmente se ubicaba en el casco antiguo de Estocolmo, ha reabierto sus puertas en un pequeño callejón del centro de la ciudad. Custodiado entre tiendas punk y de gangas, el nuevo restaurante de Björn Frantzén ha logrado mantener sus valores, a la par que ha potenciado la parte sensorial, que incluye cambios de tempos y escenarios. Para ello ha sido esencial el diseño interior que ha proyectado Joyn Studio, quienes han divido la experiencia en tres actos donde el menú de 10 platos se desarrolla en las tres plantas de este edificio residencial de 1912.
Primer acto: la recepción
El trayecto empieza en un lobby de ambiente casi sacro. Nos reciben en una sala monocromática protagonizada por ladrillos de color marrón oscuro que cubren paredes y muebles. A un lado, tres grandes frigoríficos exhiben la materia prima: carne y verdura.
Proseguimos por un estrecho pasillo de paredes negras. Hay agua a a un lado y el sonido nos traslada a una escenografía propia de la naturaleza. Se crea un ambiente tranquilo, relajante. Subimos al ascensor, que se ilumina gradualmente al ascender, hasta llegar al piso superior. Las maravillosas vistas sobre los tejados de Estocolmo nos dan la bienvenida al segundo acto.
Segundo acto: el salón
Los primeros platos se sirven en un salón informal inspirado en el clásico living room. En el centro, una gran chimenea de ladrillo marrón oscuro preside la sala. La moqueta del suelo, las butacas de terciopelo y las paredes de madera nos hacen sentir como en casa o, cuando menos, en un exclusivo club privado.
Tercer acto: el gran comedor
Finalmente llega la parte más animada. Bajamos al comedor principal donde una gran isla central acapara todas las miradas hacia el show-cooking de los chefs. Sus creaciones culinarias, que rozan lo artístico, se presentan en vajilla y cristalería de autor. Todas las piezas están realizadas por artesanos locales, como las piezas de cerámica de Stefan Andresson y las sillas de madera de Tre Sekel.
“Un espacio de 500 metros cuadrados distribuidos en tres pisos diferentes, para sólo 23 comensales. Una experiencia gastronómica única y, tal vez, una oportunidad única en la vida” comentan desde Joyn Studio.
Para más información visiten: Restaurant Frantzen, Joyn Studio
Vía: diarioDESIGN
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