Romper con los esquemas tradicionales del interiorismo puede alcanzarse a través de la combinación cromática. Para conocer nuevas posibilidades a la hora de ornamentar los interiores, vamos a abordar la manera de trabajar el color magenta en la decoración del hogar.
Esta tonalidad ha sido empleada por numerosos interioristas que tratan de desmarcarse de las líneas tradicionales y abrir nuevas percepciones estéticas. La clave para comprender correctamente su funcionalidad es mediante una adecuada relación con el conjunto.
Evidentemente, no puede trabajarse desde los principios de aleatoriedad e improvisación. Hay que tener en cuenta que es un color vibrante e intenso que atraerá todas las miradas; por eso, requiere un cuidado especial y el estudio previo de todos los pasos que se van a seguir.
¿De qué manera podemos encontrar el color magenta?
Existen distintas variedades de este color. Por un lado, se encuentra el más claro y vehemente, próximo a un rosa fucsia pero con mayor contundencia en su apariencia. Esta tipología es menos habitual en el mundo del interiorismo.
El magenta que mayor predominio tiene en los hogares es aquel se encuentra más próximo al granate; eso sí, sin llegar a ser tan oscuro y con cierta mezcolanza con el púrpura. Por eso, se considera una tonalidad singular y distinguida, próxima al estilo Kitsch.
No cabe duda que su presencia en el hogar lo convierte en un medio para diferenciar ciertos recursos; es decir, adquieren un protagonismo superior al resto simplemente por contener este color. Además, nos ofrece la posibilidad de escogerlo tanto claro como oscuro, según nos convenga.
El magenta se considera un color polivalente; no obstante, requiere un estudio previo para su correcta aplicación.
3 maneras de aplicar el color magenta en el salón
Hay que valorar la interesante aportación que puede hacer el color magenta en el salón. Es una manera de conseguir elegancia y sofisticación. De hecho, por su apariencia, aporta cierta calidez en la superficie. Veamos cómo se puede aplicar:
Si se le quiere proporcionar todo el protagonismo del espacio al sofá, este puede tener el color en su superficie. Sin embargo, el resto de recursos decorativos es mejor que tengan otros tonos más claros para establecer el contraste.
Existe la posibilidad de que el sofá sea de tono grisáceo o blanco y que los cojines sean magenta. Es una manera de teñir la estética del lugar y compenetrarse con algún otro recurso, como la alfombra o una lámpara, para equilibrar y distribuir mejor el propio color.
En cuanto a la pared, puede convertirse en un soporte decorativo útil para este color. De todos modos, el resto del mobiliario y de objetos han de ser de tonos neutros para no saturar en exceso la decoración del salón y que exista cierto equilibrio.
El color magenta en el dormitorio
En el dormitorio ha de tener presencia de una manera más puntual. Su distribución no puede ser demasiado variopinta sino que, en realidad, ha de tomar relevancia de forma directa y según el recurso en el que se aplique.
Lo primero que debemos destacar es su aparición en la pared donde se apoya el cabecero de la cama. De esta manera, se realza todo el conjunto y, para armonizar mejor, es preferible que el resto de muros tengan un tono neutro: gris o blanco.
Por otro lado, se puede complementar la decoración a través de una alfombra, una manta sobre la colcha o una lámpara que esté en otro rincón apartado de la habitación. Bajo ningún concepto se debe aplicar este color en la cama si la pared ya lo contiene.
Su contribución en el baño
Uno de los espacios donde puede trabajarse el magenta de forma sutil y delicada es el baño. Por supuesto, no debe imperar de forma contundente pero puede gozar de gran protagonismo si lo disponemos en las paredes.
Para establecer un contraste armonioso, es preciso que el suelo y los sanitarios sean de color blanco. Así, conseguiremos un resultado efectivo sin que existan disonancias estéticas entre los recursos.
También queda muy bien con el gris o con el color crema marfil. La idea es que cromáticamente se consiga una diferenciación; eso sí, la voz cantante debe venir siempre de la mano del magenta.
¿De qué manera podemos encontrar el color magenta?
Existen distintas variedades de este color. Por un lado, se encuentra el más claro y vehemente, próximo a un rosa fucsia pero con mayor contundencia en su apariencia. Esta tipología es menos habitual en el mundo del interiorismo.
El magenta que mayor predominio tiene en los hogares es aquel se encuentra más próximo al granate; eso sí, sin llegar a ser tan oscuro y con cierta mezcolanza con el púrpura. Por eso, se considera una tonalidad singular y distinguida, próxima al estilo Kitsch.
No cabe duda que su presencia en el hogar lo convierte en un medio para diferenciar ciertos recursos; es decir, adquieren un protagonismo superior al resto simplemente por contener este color. Además, nos ofrece la posibilidad de escogerlo tanto claro como oscuro, según nos convenga.
El magenta se considera un color polivalente; no obstante, requiere un estudio previo para su correcta aplicación.
3 maneras de aplicar el color magenta en el salón
Hay que valorar la interesante aportación que puede hacer el color magenta en el salón. Es una manera de conseguir elegancia y sofisticación. De hecho, por su apariencia, aporta cierta calidez en la superficie. Veamos cómo se puede aplicar:
Si se le quiere proporcionar todo el protagonismo del espacio al sofá, este puede tener el color en su superficie. Sin embargo, el resto de recursos decorativos es mejor que tengan otros tonos más claros para establecer el contraste.
Existe la posibilidad de que el sofá sea de tono grisáceo o blanco y que los cojines sean magenta. Es una manera de teñir la estética del lugar y compenetrarse con algún otro recurso, como la alfombra o una lámpara, para equilibrar y distribuir mejor el propio color.
En cuanto a la pared, puede convertirse en un soporte decorativo útil para este color. De todos modos, el resto del mobiliario y de objetos han de ser de tonos neutros para no saturar en exceso la decoración del salón y que exista cierto equilibrio.
El color magenta en el dormitorio
En el dormitorio ha de tener presencia de una manera más puntual. Su distribución no puede ser demasiado variopinta sino que, en realidad, ha de tomar relevancia de forma directa y según el recurso en el que se aplique.
Lo primero que debemos destacar es su aparición en la pared donde se apoya el cabecero de la cama. De esta manera, se realza todo el conjunto y, para armonizar mejor, es preferible que el resto de muros tengan un tono neutro: gris o blanco.
Por otro lado, se puede complementar la decoración a través de una alfombra, una manta sobre la colcha o una lámpara que esté en otro rincón apartado de la habitación. Bajo ningún concepto se debe aplicar este color en la cama si la pared ya lo contiene.
Su contribución en el baño
Uno de los espacios donde puede trabajarse el magenta de forma sutil y delicada es el baño. Por supuesto, no debe imperar de forma contundente pero puede gozar de gran protagonismo si lo disponemos en las paredes.
Para establecer un contraste armonioso, es preciso que el suelo y los sanitarios sean de color blanco. Así, conseguiremos un resultado efectivo sin que existan disonancias estéticas entre los recursos.
También queda muy bien con el gris o con el color crema marfil. La idea es que cromáticamente se consiga una diferenciación; eso sí, la voz cantante debe venir siempre de la mano del magenta.
Vía: midecoracion
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