domingo, 1 de abril de 2018

Cojines

Un cojín o también conocido como almohadón, tal y como indica su nombre, es una especie de almohada cuadrada, redonda o rectangular, aunque también es cierto que en los últimos años podemos encontrar de varias formas y tamaños.
Normalmente los cojines se rellenan con lana, pelo, pluma, fibra de poliéster, tejido sin tejer, o incluso papel rasgado en fragmentos.

Un cojín puede ser utilizado para sentarse o arrodillarse sobre él o amortiguar la dureza de una silla, un sillón, la cama o un sofá. También se pueden utilizar de forma temporal en el exterior, para evitar la dureza del suelo o para decorar. Pueden ser colocados en tumbonas y ser utilizados para prevenir las molestias de la hierba húmeda y de los insectos.
Lo que está claro es que son altamente decorativos y sus diseños sorprenden a diario y son parte de los elementos que utilizamos para dar vida a nuestro hogar.
Pero vamos a dar un paso atrás en el tiempo para saber cómo surgió y para que se creó este elemento decorativo que utilizamos casi a diario.
El cojín es un artículo muy antiguo, incluso se conoce que en tiempos de Buda hace unos 2.500 años ya se utilizaban cojines parecidos a los actuales para sentarse encima de ellos con unos rudimentarios rellenos de hojas secas que hacían la función de amortizar el cuerpo al aposentarse encima de ellos.
Egipcios y otras culturas durante los siglos venideros han utilizado cojines y han ido fabricando tanto el relleno de estos como sus fundas en distintos materiales que se encontraban a su alcance. Lanas, pieles y fibras vegetales han sido los elementos principales para la fabricación de estos.
En épocas más recientes ya en la temprana Edad Media se hicieron constantes menciones a los cojines en distintos libros y pinturas que datan de esas fechas. Los almohadones o cojines eran entonces a menudo de gran tamaño, con la funda de cuero, y suficientemente firmes como para servir de asiento. Sin embargo, la tendencia de todos los muebles ha sido el empequeñecerse con el tiempo y entre ellos también los cojines. Está claro que solo estaban al alcance de algunos pocos, y esos pocos eran los más adinerados, el clérigo y la alta sociedad se podían permitir el lujo de usar cojines, mientras el pueblo debía contentarse en dormir sobre paja u otros lugares que podían conseguir para reposar, pero nunca como elemento decorativo.
Durante muchos siglos, los cojines también fueron utilizados y concebidos como signo de debilidad, se utilizaron para que la gente enferma mayoritariamente del aparato respiratorio, pudiera dormir sin que la mucosidad bloqueara las vías respiratorias y de esta manera poder sanar antes, claro está, como ya hemos comentado, que dichos cojines solo eran un privilegio de la alta sociedad de la época.
Los almohadones o cojines fueron utilizados como asientos en todos los acontecimientos en Francia y España en un período mucho más reciente, en los siglos XVIII o XIX y como más adornados y con mejores materiales se fabricaban, mejor era la casa o el dueño que los poseía.
En Francia, el derecho de arrodillarse sobre un almohadón en una iglesia detrás del rey fue celosamente guardado y terminantemente regulado. Este tipo de cojín fue apodado carreau o cuadrado.
Cuando los asientos eran sumamente duros, los almohadones o cojines pudieron ser una necesidad, hoy en día son un elemento decorativo y raro es quien no tiene un cojín en casa.
Hoy en día también es común utilizar cojines para decorar y hacer que nuestras sillas sean más cómodas, desde cojines ya integrados en la misma silla en acabados de polipiel o tela hasta cojines sueltos que pueden combinar con distintos colores en sillas como la, TOLIX, TULIP, DIAMOND, DSW o DSR de Eames o incluso un balancín. Muy recomendable para sillas de plástico o metal a las que queremos dar un toque personal.

Vía: Sillatea

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