Un local transparente.
Una de las mayores virtudes del local, ubicado en un edificio de oficinas que hace esquina, son los grandes ventanales que dan a la calle, abriendo el interior de la farmacia al exterior. Esta abertura permite una fácil visión del producto a la venta, que se expone en las paredes laterales opuestas a la línea de fachada del local. En estas paredes, se crearon nichos que albergan largas estanterías de madera combinadas con un volumen inferior continuo y blanco donde se pueden almacenar los diferentes productos.
Por otra parte, los expositores centrales, con una altura y una transparencia que no interrumpen la visibilidad en el local, crean recorridos sencillos para el cliente. De este modo, explica el estudio, “el interior de la tienda y la calidad de su espacio son el elemento de atracción para el peatón, eliminando el concepto de fachada escaparate y expositor que termina generando una barrera“.
Atención al cliente cercana.
Además de los objetivos estéticos y funcionales, otro de los fines planteados desde el inicio del proyecto fue hacer más cercana la atención al cliente. Para conseguirlo, los puestos de atención al público se resolvieron con elementos de mobiliario personalizados que ofrecen la ergonomía demandada para el tipo de trabajo y permiten un contacto más individualizado y directo con los clientes. “Estos elementos juegan un papel integrador en el recorrido natural de las personas que entran en la tienda por primera vez, entendiendo el espacio de venta de manera muy sencilla e intuitiva”, explica el despacho de arquitectura con sede en Madrid y Palma de Mallorca.
Por último, los materiales utilizados en el diseño interior generan un equilibrio cromático entre la calidez de la madera de haya y el blanco aséptico característico de este tipo de establecimientos.
Para más información visiten: Estudio Amásl
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