Es sofisticado, pero no ostentoso; preciosista pero confortable para una familia pequeña. Contribuye que esté ubicado en una finca señorial, que ocupe el ático, que disponga de techos altos y que su distribución original albergase hasta cinco habitaciones. Pero la clave del lujo pasa por el juego de contrastes de diferentes elementos y los diseños de la propia interiorista. Los brillos se quedan fuera.
Y siempre bajo una premisa: “el espacio como verdadero activo de la casa”, describen en el estudio de Adela Cabré.
El proyecto conllevó una redistribución en la que han cambiado número de habitaciones por piezas más diáfanas. El dormitorio principal y el salón son los más beneficiados.
Que la zona de día sea abierta no significa, sin embargo, que las estancias pierdan privacidad o una cierta independencia. Por ejemplo, la estructura que se interpone entre la cocina y el comedor las separa pero sigue permitiendo el contacto visual entre ambas.
Cabe decir que la nueva distribución atiende en gran parte a las entradas de luz natural de la casa. El lujo también pasa por poder disfrutar de una buena iluminación. Cabré la potencia, además, con el uso de tonos claros en determinados puntos.
Destaca el uso de la madera de tonos claros y suaves como revestimiento del suelo y parte de las paredes. Este recurso aporta también la sensación de cobijo que todo piso de lujo necesita.
La paleta de colores, por su parte, constituye el primer elemento con el que se alcanza el nivel sofisticado a partir del juego de contrastes. Primero, eligiendo una gama de neutros para otorgar sobriedad, elegancia y unidad. Y después, combinando los tonos claros con los oscuros, ya sea en las paredes, en las zonas de paso o en las piezas de mobiliario.
Materiales nobles
El segundo elemento de contraste es la riqueza de materiales. Nobles, por supuesto. Madera de roble, revestimientos porcelánicos, lacados, piedra… Estos conviven a su vez con materiales naturales como el mimbre y los tejidos de algodón, lana y ante.
Destaca el lavabo del baño principal, el cual combina una encimera de azulejos con baldosas de madera.
El tercer elemento es el propio mobiliario, el cual además, aporta un estilo fresco. La mayoría de las piezas proceden de la propia Cabré, quien las ha diseñado a propósito para el proyecto. Éstas las combina, a su vez, con algunos iconos de diseño como la silla Hola de Cassina, la lámpara Disa de Coderch o la Mantis de Schottlander. Mención también para la cocina diseñada por Deulonder.
Fotografías: Mireia Rodríguez
Para más información visiten: Adela Cabré Interiorismo
Vía: diarioDESIGN
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