La propuesta implanta dos elementos en forma de L que engloban aquellas funciones que el nuevo propietario, un hombre soltero, requería con una cierta independencia: una primera L orientada hacia el acceso acoge la zona de cocina, y una segunda L alberga los espacios de dormitorio con baño en suite. El resto del espacio se pretende que fluya libremente por el interior, para potenciar al máximo la sensación de espacialidad y abolir los límites entre habitaciones: por ejemplo, tanto el dormitorio, como el baño de invitados, se cierran con grandes puertas pivotantes sobredimensionadas, de suelo a techo, sin marcos perimetrales. Esto hace que los cerramientos no sólo se interrumpan al llegar a las puertas (no hay dinteles), sino que al abrirse, la comunicación es total y el espacio se cuela a su través, extendiendo los espacios comunes a estas estancias cuyo uso se prevé ocasional, evitando por lo tanto que permanezcan cerradas y residuales.
De igual manera, la zona de estudio es un espacio ambiguo que se conecta a los espacios comunes a través de una nueva puerta pivotante, similar a las anteriores, pero esta vez de vidrio, que a su vez se conecta con el dormitorio mediante dos grandes puertas correderas que tampoco llegan al techo, y que en su despiece de distintos tipos de vidrio dibujan figuras superpuestas que difuminan los ejes dominantes de las habitaciones.
Este tratamiento espacial de desdibujar los límites es el mismo con el que se tratan los ámbitos de las dos L mencionadas anteriormente: la cocina se enfoca hacia la entrada, pero a la vez se separa de ella con un tabique independiente, recorrido por un gran espejo que desdibuja el paso más estrecho hacia la cocina; y simultáneamente se abre hacia el salón-comedor a través de una isla que sobrepasa sus límites. Igualmente, el dormitorio se ha deshecho en varias estancias; la antesala del mismo es la zona de estudio, comunicada con la zona de cama (separada por las correderas de vidrio pero comunicada por la parte superior de las mismas), y del dormitorio se accede al baño en suite, espacio éste más recluido y privado.
El tratamiento material acompaña el concepto espacial, insinuando la posición de cada uso en estancias que por lo demás no tienen límites definidos. Si bien la cocina está alojada en una estancia más o menos reconocible, su color es el negro, y apuntes dorados en latón (el grifo, el fregadero) contrastan las superficies negras; las grandes puertas pivotantes de las estancias de invitados son lacadas en negro, y sus tiradores de nuevo de latón, marcando la interrupción de los paramentos blancos; el baño suite es completamente negro, mezcla de cerámica, granito, microcemento y esmalte negro, y con grifos, lavabos y demás accesorios todos en negro.
Por el contrario, el baño de invitados tiene el tratamiento opuesto, aquí el granito, el microcemento y los esmaltes son blancos, aunque los sanitarios y grifos se mantienen en negro. Las correderas y puertas pivotantes de hierro y vidrio reciben despieces que desdibujan los ejes, pero también marcan zonas de privacidad y zonas más visibles. Las luminarias juegan alternando blancos y negros; los muebles diseñados son de madera lacada blanca y todos los tiradores son negros. Incluso el nuevo pavimento de la terraza exterior, cuyos paramentos tuvieron que conservar el color original, marcan una banda perimetral de microcemento blanco que en su interior recibe un despiece fragmentado de cerámica negra, a modo de alfombra exterior.
Dos bandas de latón recubren los cantos de las dos paritciones en L que organizan el interior, marcando su importancia espacial, y su independencia respecto al resto de paramentos.
Para más información visiten: Raúl Sánchez Arquitectos
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