Cuando un dormitorio tiene el suficiente espacio a los pies de la cama, nada mejor que colocar un buen banco tapizado. ¡Afortunados aquellos que pueden colocar uno!
Y es que por un lado, un banco al pie de cama tiene un objetivo eminentemente práctico: poder sentarnos cómodamente para quitarnos (o ponernos) calcetines, medias o zapatos antes o después de dormir… pero es que además, este tipo de bancadas cumplen una indiscutible función estética: “Rellenar” ese espacio sobrante evitando que el dormitorio quede algo desangelado, dándole además un toque especial a la habitación principal, como un plus de glamour.
Aunque a los pies de la cama pueden colocarse banquetas, baúles, maletas o incluso escritorios, el banco tapizado es la opción más práctica, pues es la que aporta mayor comodidad a la hora de sentarse. Dentro de las opciones tapizadas, existe la opción de colocar un solo banco alargado o dos pares de banquetas, pero en esta ocasión nos centraremos en los primeros.
Los tapizados
En cuanto a la tela de elección para nuestro banco, hay miles donde elegir. Si nuestro dormitorio es clásico o elegante, podemos optar por el terciopelo o telas asimiladas, así como por remates de tachuelas en los bordes. Los bancos completamente lisos o en capitoné, de una sola pieza, pueden quedar muy bien en dormitorios contemporáneos. Si tenemos mucho que almacenar, podemos optar por un banco tapizado en forma de baúl con apertura superior, siendo en estos casos lo adecuado optar por una tela sintética antimanchas, ya que continuamente colocaremos en él las manos para abrirlo y cerrarlo. Por último, si disponemos de un dormitorio industrial o vintage, un banco en cuero quedará estupendo como pie de cama.
Las patas
Las patas son un elemento característico y definitorio de estos banquitos. Los bancos con patas acanaladas, en cruceta o en cabriolet le darán un toque clásico al dormitorio. Las patas finas y ligeras casan perfectamente con dormitorios de estilo shabby chic; y si nuestro dormitorio es más moderno lo deberemos elegir bien sin patas (de los que llegan hasta el suelo), bien con pata ancha y baja o bien estilo baúl.
Los tapizados
En cuanto a la tela de elección para nuestro banco, hay miles donde elegir. Si nuestro dormitorio es clásico o elegante, podemos optar por el terciopelo o telas asimiladas, así como por remates de tachuelas en los bordes. Los bancos completamente lisos o en capitoné, de una sola pieza, pueden quedar muy bien en dormitorios contemporáneos. Si tenemos mucho que almacenar, podemos optar por un banco tapizado en forma de baúl con apertura superior, siendo en estos casos lo adecuado optar por una tela sintética antimanchas, ya que continuamente colocaremos en él las manos para abrirlo y cerrarlo. Por último, si disponemos de un dormitorio industrial o vintage, un banco en cuero quedará estupendo como pie de cama.
Las patas
Las patas son un elemento característico y definitorio de estos banquitos. Los bancos con patas acanaladas, en cruceta o en cabriolet le darán un toque clásico al dormitorio. Las patas finas y ligeras casan perfectamente con dormitorios de estilo shabby chic; y si nuestro dormitorio es más moderno lo deberemos elegir bien sin patas (de los que llegan hasta el suelo), bien con pata ancha y baja o bien estilo baúl.
El banco es un elemento más de la decoración y como tal no debe desentonar, aunque podamos poner el foco en el mismo. Aunque lo habitual es que el asiento vaya en blanco hueso o tonos crudos, los arenas, beiges y visones le darán un punto más de calidez al dormitorio, así como aquellos que incorporan de algún modo la madera (por ejemplo en las patas). Por su parte, los tonos fríos en su gama pastel (verde agua o azul claro) son perfectos para dormitorios shabby chic, y los oscuros (azul marino, marrones o negros) quedan ideales en dormitorios de estilo masculino. Por último, si desea un toque más divertido o un efecto más juvenil, opte por los tonos vivos y alegres o por los tapizados con formas geométricas que combinan varios colores armónicos.
Vía: Decofilia
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