En el bajo de un edificio histórico que debía ser respetado nos encontramos un local cuya tradición hostelera se remonta a 1922, en él se sitúa la vinoteca Boca Negra. La principal característica de este nuevo restaurante es su cocina, de autor y cambiante. Los fogones toman el centro físico y simbólico del local. Enfatizando su carácter protagonista.
Guarnecido entre muros de antigua piedra, el interior se encuentra envuelto por una malla estructural que expone y protege la cocina. Esta subestructura se independiza del inmueble existente creando un nuevo orden en el local. Realizada en ferralla, material oculto normalmente en construcción, toma protagonismo y se dignifica mostrándose abierta y sincera, visible y multifuncional.
Esta malla estructural se convierte en botellero, en rack de copas, en barra y en banco alrededor del núcleo central. Ésta se extiende arropando la totalidad del local. Sirve de sustento para el sistema de climatización y la iluminación está diseñada expresamente para el local como una extensión de la malla estructural.
Como estudio de arquitectura creen firmemente en la colaboración y el diálogo con el cliente. En este caso fomentando el protagonismo de su cocina, ayudando a convertirla en uno de los referentes de la zona.
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