Unificar. Esa fue la clave a la hora de reformar esta vivienda familiar de dos pisos, a la que le urgía un cambio total de suelos y paredes. La solución fue optar por un pavimento de cemento pulido para el suelo y blanco en las paredes. Con este telón de fondo, en el resto de la decoración se potenciaron los muebles en diferentes tonalidades muy claras, desde el blanco nuclear hasta el color piedra.
La planta baja, un espacio rectangular que da a un patio interior, se destinó a zonas comunes, sin apenas paramentos de separación: cocina, comedor y salón. Muebles modernos, como las sillas y la mesa Tulip, de Eero Saarinen, comparten protagonismo con piezas rústicas pintadas de blanco.
Desde el comedor, una puerta acristalada da acceso al patio exterior, pavimentado con tarima de madera. En el centro, un árbol frutal acapara todo el protagonismo. Junto a la mesa de comedor, un mueble antiguo y recuperado, enmarcado por un espejo con marco en abanico.
La alacena que da servicio al comedor es una pieza provenzal recuperada y pintada en gris piedra. Al fondo, la cocina, con muebles de obra completamente blancos.
En la cocina se potenció el estilo rústico actualizado: elementos de obra mezclados con mobiliario y electrodomésticos modernos, que aportan funcionalidad sin perder el encanto rústico.
Vista del salón, para el que se escogieron pocos muebles pero cuidadosamente elegidos. Un sofá de cuero chester y la silla Wassily de Marcel Beuer, alrededor de una alfombra de lana, crean una confortable zona para ver la televisión.
Otras dos magníficas piezas del salón: un mueble bajo laqueado en negro con frente de madera natural, y un piano de pared antiguo, que contrasta con las obras de arte modernas, y la silla Wassily, un clásico del siglo XX.
La escalera que conduce al piso superior es de cemento pulido, al igual que el resto de los revestimientos. Como pasamanos, se utilizó una cuerda de marinería o maroma, anclada a la pared. Una idea muy original y económica.
Tres ángulos del dormitorio principal, muy minimalista, con una amplia cama con cabecero tapizado, dos mesillas de noche y las sillas Hormiga de Fritz Hansen, que sirven de apoyo para dejar la ropa. El toque de diseño lo ponen, además, la lámpara de techo, compuesta por tres pantallas opacas, muy estilo sixties.
Los dormitorios de los niños mantienen la misma línea decorativa, en gris claro, con pequeños detalles infantiles, como un vinilo de jirafa o la silla Panton en rosado.
La singular decoración la cierra este cuarto de baño que integra elementos antiguos modernizados, como la bañera exenta y un magnífico lavamanos de mármol sobre un mueble de cajones antiguo. El proyecto de esta reforma, que aprovechó al máximo el ajustado presupuesto, pertenece al estudio italiano B-Arch Architettura.
Para más información visiten: b-arch architettura
Vía: Decoratrix
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