Historia de los baños romanos
A partir de los baños griegos los romanos construyeron sus estancias de baños convirtiéndolas en grandes centros de reunión.
En los baños romanos se realizaban desde tratamientos medicinales, en aquellos baños cuyas aguas tenían propiedades curativas, hasta prácticas deportivas, masajes, centros de negocios y, por supuesto, el disfrute del baño propiamente dicho.
A partir del siglo I a C. se fue generalizando el uso de las termas romanas que fueron difundidas por toda la extensión del imperio romano.
Estancias de los baños romanos
Los baños romanos constan de diferentes espacios que nos ofrecen agua y vapor a diferentes temperaturas.
Esto ya era así en la antigüedad, y sus nombres y funciones eran los siguientes:
Frigidarium: sala de baños de agua fría.
Tepidarium: el agua aumentaba un poco su temperatura preparando al usuario para el baño más caliente.
Caldarium: zona donde el agua está más caliente.
Laconicum: zona donde tomar baños de vapor.
Estas estancias se completaban con zonas para hacer deporte, zonas de ocio, recibir masajes, depilarse y, en definitiva, disfrutar de un buen rato de relax.
Beneficios que obtenemos del uso de los baños romanos
Los beneficios que se obtienen al disfrutar del uso de los baños romanos son:
Ayuda a liberar tensiones y a que desaparezca el estrés.
Elimina las toxinas de la piel y ayuda a limpiar los poros.
Ideal para relajar la tensión muscular.
Despeja las vías respiratorias.
Estimula la circulación sanguínea.
Tomar baños a diferentes temperaturas nos puede ayudar a combatir la flacidez.
Son convenientes para realizar tratamientos de limpieza y exfoliación de la piel.
Nos ayudan a mantener nuestra piel suave y perfectamente hidratada.
Cuando no debemos tomar un baño romano
Hay ocasiones en las que no es conveniente que tomemos un baño romano pues puede, en esos momentos, causarnos más perjuicio que beneficio.
Si tenemos algún problema de hipertensión, cardiopatías, epilepsia, etc. es mejor que nos abstengamos de ir a los baños romanos.
A partir del siglo I a C. se fue generalizando el uso de las termas romanas que fueron difundidas por toda la extensión del imperio romano.
Estancias de los baños romanos
Los baños romanos constan de diferentes espacios que nos ofrecen agua y vapor a diferentes temperaturas.
Esto ya era así en la antigüedad, y sus nombres y funciones eran los siguientes:
Frigidarium: sala de baños de agua fría.
Tepidarium: el agua aumentaba un poco su temperatura preparando al usuario para el baño más caliente.
Caldarium: zona donde el agua está más caliente.
Laconicum: zona donde tomar baños de vapor.
Estas estancias se completaban con zonas para hacer deporte, zonas de ocio, recibir masajes, depilarse y, en definitiva, disfrutar de un buen rato de relax.
Beneficios que obtenemos del uso de los baños romanos
Los beneficios que se obtienen al disfrutar del uso de los baños romanos son:
Ayuda a liberar tensiones y a que desaparezca el estrés.
Elimina las toxinas de la piel y ayuda a limpiar los poros.
Ideal para relajar la tensión muscular.
Despeja las vías respiratorias.
Estimula la circulación sanguínea.
Tomar baños a diferentes temperaturas nos puede ayudar a combatir la flacidez.
Son convenientes para realizar tratamientos de limpieza y exfoliación de la piel.
Nos ayudan a mantener nuestra piel suave y perfectamente hidratada.
Cuando no debemos tomar un baño romano
Hay ocasiones en las que no es conveniente que tomemos un baño romano pues puede, en esos momentos, causarnos más perjuicio que beneficio.
Si tenemos algún problema de hipertensión, cardiopatías, epilepsia, etc. es mejor que nos abstengamos de ir a los baños romanos.
Vía: En Buenas Manos
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