Dentro de la arquitectura contemporánea existen muchos ejemplos de construcciones originales e innovadoras. Tratan de dar un giro con los diseños y cambiar la estética externa e interna. Un ejemplo paradigmático es la Casa Rietveld Schröder: un icono del movimiento moderno.
Hoy en día, se construyen casas y edificios realmente singulares, con apariencias muy diversas y contenidos decorativos muy extravagantes, pero para que se lleven a cabo, debe haber existido un origen y evolución de las cosas.
Lo que se puede contemplar en la Casa Rietveld Schröder es un conjunto de módulos complementarios que se combinan y a la vez chocan entre sí. En el fondo, fue como un campo de pruebas para los arquitectos.
Un poco de historia sobre la Casa Rietveld Schröder
La casa fue realizada en 1924 en la localidad de Utrecht (Holanda) por medio de dos arquitectos: Gerrit Rietveld y Truus Schröder. Después se convertiría en la residencia de este último.
Su estética y diseño se enmarcan dentro del movimiento moderno (neoplasticismo), configurándose como una obra vanguardista para la época. Lo que se pretendía era hacer una ruptura con el sistema tradicional de construcción y abrir nuevos horizontes.
En primer lugar, según se contempla desde fuera se aprecia un claro concepto de la asimetría. No existe una estructura formal estricta, sino que se genera movimiento a través de los recursos constructivos.
El dinamismo es un eje fundamental, potenciado a través de los módulos y los colores primarios exteriores.
Esencialmente predomina la línea recta y las geometrías rectangulares. Por tanto, denota estabilidad y firmeza.
Mire por donde mire, encuentra un sistema básico de rectángulos que buscan un único propósito: llegar a la funcionalidad del conjunto.
Los postes, muros y vigas reflejan un sentido mucho más ligero, como si fuese algo simple y sencillo. En el fondo, no son más que formas puras y básicas que se unen entre sí para conformar la vivienda.
La peculiaridad del espacio interior
El interior de la casa resulta muy interesante por la distribución tan variada de sus estancias. Sin embargo, algo que hay destacar, principalmente, es la fusión que se trata de hacer entre las paredes, el espacio y la decoración, deben ser un todo.
Es una casa muy diáfana, con posibilidad de movimiento y flexibilidad en el intercambio de espacios, ya que hay una conexión directa entre las habitaciones, tratando de que todo fluya de manera coherente.
Hay ventanales que permiten la entrada de luz natural y que haya, a su vez, un contacto directo con el exterior, es decir, comunicación y diálogo con el entorno.
La sutileza del interior se corresponde con el dinamismo del exterior. Se produce, así, una amplitud muy vanguardista, poco habitual en las residencias particulares de la sociedad.
El mobiliario: reducción a las formas básicas
Tal y como se ha comentado anteriormente, el propósito principal de la casa Casa Rietveld Schröder es alcanzar la funcionalidad. Así se refleja en el mobiliario, el cual es una tendencia vinculada al neoplasticismo por las posibilidades que ofrece.
Hay que hacer mención especial a la famosa silla que alberga en su interior: líneas sencillas que conforman rectángulos. No se busca la comodidad, sino la sencillez y reducción de las formas a lo básico.
Los armarios y estanterías son realmente sencillas: rectitud y funcionalidad. No se necesitan adornos que generen mayor dinamismo o una estética más recargada; aquí prima la rectitud y la relación cromática.
El propio suelo se complementa con el resto y se considera una prolongación de la decoración. Representa las distintas partes de la vivienda con formas cuadrangulares.
Existe un claro paralelismo con el arte de Mondrian, uno de los principales artistas que abanderaron el neoplasticismo; especialmente, con sus obras donde se representan formas básicas de rectángulos y cuadrados en las que hizo las combinaciones cromáticas de colores primarios.
Un poco de historia sobre la Casa Rietveld Schröder
La casa fue realizada en 1924 en la localidad de Utrecht (Holanda) por medio de dos arquitectos: Gerrit Rietveld y Truus Schröder. Después se convertiría en la residencia de este último.
Su estética y diseño se enmarcan dentro del movimiento moderno (neoplasticismo), configurándose como una obra vanguardista para la época. Lo que se pretendía era hacer una ruptura con el sistema tradicional de construcción y abrir nuevos horizontes.
Resulta tan innovadora que mucha gente la consideraba como un capricho del propio Schröder, pero en realidad estaba construyendo de una manera mucho más original, saliéndose de los estereotipos comunes y habiendo asentando nuevas tendencias.
Es uno de los clásicos de la arquitectura
Si a lo largo de la historia tuviésemos que destacar algunas de las grandes obras arquitectónicas, habría que insertar esta, por ofrecer un tipo de apariencia completamente innovadora y trabajar la decoración interiores con tendencias minimalistas.
En primer lugar, según se contempla desde fuera se aprecia un claro concepto de la asimetría. No existe una estructura formal estricta, sino que se genera movimiento a través de los recursos constructivos.
El dinamismo es un eje fundamental, potenciado a través de los módulos y los colores primarios exteriores.
Esencialmente predomina la línea recta y las geometrías rectangulares. Por tanto, denota estabilidad y firmeza.
Mire por donde mire, encuentra un sistema básico de rectángulos que buscan un único propósito: llegar a la funcionalidad del conjunto.
Los postes, muros y vigas reflejan un sentido mucho más ligero, como si fuese algo simple y sencillo. En el fondo, no son más que formas puras y básicas que se unen entre sí para conformar la vivienda.
La peculiaridad del espacio interior
El interior de la casa resulta muy interesante por la distribución tan variada de sus estancias. Sin embargo, algo que hay destacar, principalmente, es la fusión que se trata de hacer entre las paredes, el espacio y la decoración, deben ser un todo.
Es una casa muy diáfana, con posibilidad de movimiento y flexibilidad en el intercambio de espacios, ya que hay una conexión directa entre las habitaciones, tratando de que todo fluya de manera coherente.
Hay ventanales que permiten la entrada de luz natural y que haya, a su vez, un contacto directo con el exterior, es decir, comunicación y diálogo con el entorno.
La sutileza del interior se corresponde con el dinamismo del exterior. Se produce, así, una amplitud muy vanguardista, poco habitual en las residencias particulares de la sociedad.
El mobiliario: reducción a las formas básicas
Tal y como se ha comentado anteriormente, el propósito principal de la casa Casa Rietveld Schröder es alcanzar la funcionalidad. Así se refleja en el mobiliario, el cual es una tendencia vinculada al neoplasticismo por las posibilidades que ofrece.
Hay que hacer mención especial a la famosa silla que alberga en su interior: líneas sencillas que conforman rectángulos. No se busca la comodidad, sino la sencillez y reducción de las formas a lo básico.
Los armarios y estanterías son realmente sencillas: rectitud y funcionalidad. No se necesitan adornos que generen mayor dinamismo o una estética más recargada; aquí prima la rectitud y la relación cromática.
El propio suelo se complementa con el resto y se considera una prolongación de la decoración. Representa las distintas partes de la vivienda con formas cuadrangulares.
Existe un claro paralelismo con el arte de Mondrian, uno de los principales artistas que abanderaron el neoplasticismo; especialmente, con sus obras donde se representan formas básicas de rectángulos y cuadrados en las que hizo las combinaciones cromáticas de colores primarios.
Vía: midecoración
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