domingo, 9 de septiembre de 2018

Clínica dental en Barcelona con carácter hogareño.

Conseguir que un paciente se sienta como en casa cuando acude al dentista es técnicamente imposible. Pero hay cosas que ayudan. Por ejemplo, que el espacio se asemeje. Y si encima nos dan la oportunidad de poder disfrutar de una joya arquitectónica, ahí la cosa mejora. Es lo que ocurre con el diseño de la clínica Rossell-Carol, en Barcelona. Siempre nos podremos entretener mirando el pavimento hidráulico del suelo mientras nos quitan una muela.
La interiorista Silvia Santaeugenia es la responsable de un proyecto que pretendía cumplir con tres objetivos: primero, recuperar la esencia de un piso tradicional del Ensanche barcelonés, en su momento de auge. Segundo, homenajear el bagaje de una familia de dentistas con más de 125 años dedicados a la profesión. Y tercero, dotar a las instalaciones con los últimos avances tecnológicos en odontología.
Los dos primeros puntos van asociados. ¿Qué mejor que una casa de principios del siglo XX para una saga centenaria de médicos? Los techos con molduras, las estancias de gran altura, las puertas y ventanales originales, y la chimenea de mármol del salón, acogen con naturalidad el mobiliario antiguo del consultorio y las fotografías de las diferentes generaciones.
El pavimento es punto y aparte porque en este proyecto adquiere el estatus de protagonista. Es sin duda, el elemento decorativo que más resalta con su juego de colores azules y tierra. Casi todo es original. De hecho, se ha dejado sin pulir para que mantuviese la pátina del tiempo. En las zonas donde no se pudo recuperar han colocado un gres porcelánico neutro.
Cabe decir también que el suelo se lleva también todas las miradas gracias al hecho de escoger una tonalidad clara, y la misma en todos los casos, para los techos, paredes, mobiliario, zócalos y puertas.
Otro punto destacado es el salón de la chimenea. Se trata de un espacio que busca remarcar el carácter cercano del equipo de odontólogos. Se destina para que los pacientes se acaben de recuperar después de una intervención y para celebrar charlas entre profesionales.
El ambiente doméstico se ha reforzado, por otra parte, con una iluminación cálida y puntual en las zonas comunes (pasillos, sala de espera, salón de la chimenea) y una luz lineal e indirecta – pero a su vez más potente – en los consultorios y en las zonas de trabajo.
En cuanto a los elementos nuevos, se pueden ver en la división de la vivienda, las puertas, los emplafonados y el mobiliario. Su papel es más secundario para no competir con la arquitectura rehabilitada de la clínica. Por ello se optó por un lenguaje neutro, liso y monocromático, a excepción de sillón amarillo de la sala de la chimenea.
Fotografía: Anna Fàbrega 
Para más información visiten: Silvia Santaeugenia
Vía: diarioDESIGN

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