Fue a partir de 1922 cuando se registró la empresa con el nombre de su esposa, Carmen. Con el tiempo el pequeño negocio fue creciendo, dando cobijo y comida a los huéspedes del mediterráneo.
La segunda generación al cargo de Casa Carmela tomó el relevo de esta empresa familiar criando sus propios animales de granja, con un corral en la trasera del restaurante. Estos productos de corral se unían además a unas verduras de temporada y del huerto familiar, sirviendo siempre producto de temporada y de calidad.
Entre los clientes habituales del restaurante se encontraba el –eminente- propietario de la villa contigua a Casa Carmela, Vicente Blasco Ibáñez. El escritor y político, que despertaba inquietud entre los habituales del restaurante reflejaba así el ambiente que se respiraba en Casa Carmela entre los años 50/60:
“Tranvía a la Malvarrosa”
“Por la tarde nos fuimos paseando hasta el final de la playa. (…) Pasando la línea de los chalets al final de la playa estaba Casa Carmela junto a una villa pompeyana que era del escritor Blasco Ibáñez. Bajo el cañizo de Casa Carmela sirviéndose de una silla de enea como caballete Julieta comenzó a pintar y juntos tomamos unos caracoles de mar y mejillones.” Vicente Blasco Ibañez.
“Por la tarde nos fuimos paseando hasta el final de la playa. (…) Pasando la línea de los chalets al final de la playa estaba Casa Carmela junto a una villa pompeyana que era del escritor Blasco Ibáñez. Bajo el cañizo de Casa Carmela sirviéndose de una silla de enea como caballete Julieta comenzó a pintar y juntos tomamos unos caracoles de mar y mejillones.” Vicente Blasco Ibañez.
Cuando años más tarde tomó el relevo familiar la tercera generación de Casa Carmela, se reformó el establecimiento, se ampliaron las barras, se intervino también en la cocina y se construyeron paelleros de leña. Ganando la fama como casa de comidas especializadas en arroces, en paellas cocinadas al fuego de la leña, con el “socarrat” ahumado, crujiente y una capa de arroz muy fina.
Esta gran reforma sumada a una última que llegó en 1989 incorporaba una terraza, la modernización de los paelleros y la cocina, y un recubrimiento con cerámica tradicional de Manises típicamente valenciana.
En la actualidad, Casa Carmela llega a los 170 cubiertos, excluyendo la terraza interior al aire libre. La decoración mural de la mayoría de las estancias, revestidas de azulejos valencianos con motivos marineros y frutales, donde abunda la naranja y las pequeñas embarcaciones de vela latina, recuerdan la tradición ceramista valenciana.
En 2017 el restaurante vivió una nueva actualización. En esta ocasión, nihil estudio es el encargado de renovar, desde el respeto, este espacio de características mediterráneas donde reverbera el olor a mar, la arena y la luz, convirtiéndose éstas en las pautas de un restaurante donde la historia cuenta con voz propia.
Desde el respeto a las intervenciones anteriores, nihil estudio es capaz de aunar tradición y modernidad en este negocio familiar que representa el paso de cuatro generaciones.
Este restaurante de herencias generacionales necesitaba de una nueva actualización de la zona de barra. Con la premisa de recuperar el azulejo existente, modernizar, agilizar el espacio e incrementar la entrada de luz, nihil estudio interviene con cuidado consciente de la importancia de mostrar el detalle de los productos de primera calidad.
Es así como la entrada a Casa Carmela se abre ahora al exterior, permitiendo la entrada de luz natural hasta prácticamente el patio interior y facilitando al comensal disfrutar de las vistas al paseo, abriéndose al mismo tiempo a la mirada del viandante.
Sin perder la esencia de “bar” con la que se caracteriza la barra de Casa Carmela, la intervención de nihil estudio muestra el producto fresco con el que se cocina, recupera el azulejo valenciano tradicional existente y aligera el espacio, incorporando unos elementos en hierro que sirven de apoyo a la barra. Estos elementos sirven de frente de luz artificial y a su vez permiten al visitante apreciar la rehabilitación en el techo desde donde se respetaron las viguetas, dotando de falsos lucernarios al espacio para incrementar la sensación lumínica. Creando una continuidad entre la luz natural exterior y el espacio interior.
La materialidad escogida parte del respeto hacia los materiales encontrados. En la barra, nihil estudio se dispone a recuperar los azulejos encontrados. Un ejercicio que implicó retirar estas piezas cuidadosamente durante la obra para volver a incorporarlas una vez finalizada. Permitiendo así mostrar a través de un lenguaje contemporáneo el logo de Casa Carmela, embutido en microcemento junto a las piezas cerámicas.
Destacando así la labor artesana de los renombrados ceramistas de Manises, como los denominados socarrats -placas de barro cocido decoradas generalmente en tonos rojizos o amarronados y negruzcos, de origen medieval, típicos de la alfarería de la Corona de Aragón- que se revaloran ahora gracias a una intervención respetuosa que además incorpora los usos de un mobiliario discreto de Capdell, destacando el carácter familiar y ciertamente hogareño de Casa Carmela.
El pavimento de barro se extiende desde la entrada, buscando una continuidad con el revestimiento del resto del restaurante. Para ello se buscó el mismo proveedor que realizó la última reforma en el 89, esquivando así la sensación de un “salto temporal” dentro de Casa Carmela.
Se dota también de una vinoteca al espacio que sirve a las zonas de servicio, ampliando el espacio y dando servicio y unificando los ambientes. La elección del material de esta vinoteca parte del lenguaje común entre los elementos preexistentes y las nuevas incorporaciones, apareciendo aquí la madera en un acabado similar al de las zonas de comedor, unificando materialidad y abriendo al mismo tiempo visual y funcionalmente los accesos del comensal y las zonas de servicio.
En la barra, unos barriles en frío se llevan, mediante un tubo enterrado en el suelo, la cerveza hasta llegar al tirador, donde se vuelve a enfriar. Es así como esta zona de servicio, caracterizada por un servicio más rápido y directo con el cliente, asegura que el producto se sirva con las condiciones óptimas.
Comprender lo que ha sido y en lo que se ha convertido Casa Carmela pasa por respetar la aparición de su cocina de calidad. Con presencia en medios tales como la Via Michelín o la Guía Repsol. La paella en especial y el resto de su producto fresco se convierten en los protagonistas de este restaurante. Es así como se abrió la cocina al pasillo, pudiendo ver la labor del paellero y se brindó a la barra un espacio de mostrador para el producto fresco. Tradición, respeto y buen hacer priman en esta intervención de nihil estudio donde se valora el conocimiento de la materia prima, yendo más allá de los términos puramente constructivos.
Para más información visiten: nihil estudio
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