En el tiempo récord de tres meses y medio, el estudio de la arquitecta de interiores Inés Benavides lo convirtió en un restaurante de moda, cosmopolita, moderno y a la vanguardia de las tendencias.
La elección del blanco combinado con dorado, así como los materiales de calidad escogidos hicieron que, inmediatamente, el restaurante destacara en una calle con un entorno maravilloso.
Convertir una discoteca en restaurante conllevaría numerosos problemas técnicos. Entre ellos, crear una campana de extracción de humos para una cocina totalmente abierta o conseguir un ambiente agradable sin saturación acústica. Al ser un local grande, con techos muy altos y rodeado de cristaleras, el problema del ruido se solucionó con panales absorbentes acústicos.
En la reorganización del espacio, se decidió cambiar la ubicación de la escalera, que dividía la sala por la mitad, para crear un espacio diáfano.
Inés quería que la cocina fuese la protagonista. Por eso, se ubicó justo a la entrada de establecimiento, para así poder ver trabajar a los cocineros tanto desde la entrada como desde la planta superior.
La arquitecta Inés Benavides se propuso crear un espacio con mucho carácter, que tuviera alma. Era fundamental que el restaurante tuviera una identidad propia, para lo cual buscó detalles especiales: suelo de madera, las barandillas de hierro y cristal, las formas redondeadas de muros y mobiliario, las cortinas de seis metros de altura, la escultura de alambre, las plantas…
Debido a la cantidad de luz natural que entra en el local, el restaurante cambia drásticamente según las diferentes horas del día. Por la mañana, es alegre y vital, mientras que por la noche, las cortinas se cierran y la iluminación, realizada a base de claros y oscuros, ofrece un ambiente cálido e íntimo.
Se diseñó un reservado con estupendas vistas a la Biblioteca Nacional: un espacio íntimo y muy luminoso, desde el cual se divisa la planta baja. El reservado se cierra con pesadas cortinas de terciopelo que le dan privacidad y lo aíslan de las miradas del resto del restaurante, sin resultar un espacio totalmente cerrado.
Para diferenciar la planta superior de la baja, se creó una zona de bar con una enorme barra que, durante el día, se utiliza para comer o tomar originales cócteles, y por la noche, permite alargar el tiempo de la cena tomando una copa entre amigos.
Un lugar que merece la pena conocer tanto por la decoración como por su carta, con una excepcional selección de carnes de Francia y España: buey de Lyo, entrecote y chuleta de vaca gallega y T-bone steak de las variedades Salangus y Montbelliarde, procedentes de las granjas de Le Bourdonnnec. También hay un seductor apartado de entrantes de inequívoco sabor francés. ¡Le sorprenderá!
SQD Meat Point.
Calle de Villanueva, 2. Madrid
Calle de Villanueva, 2. Madrid
Para más información visiten: Inés Benavides Arquitectura de Interiores y Diseño
Vía: Decoratrix
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