jueves, 1 de marzo de 2018

Restaurante El Califa por Esrawe Studio

El Califa es ya un referente gastronómico al hablar de las mejores taquerías en la Ciudad de México, no sólo por la calidad de sus ingredientes sino también por su servicio y ambiente. En 2017, la marca inició un proceso de expansión y abrió una nueva sucursal en una de las arterias más transitadas de la Ciudad de México, Avenida de los Insurgentes.
Con esta nueva ubicación la taquería ha establecido una pauta para el cambio en el diseño de sus sucursales y su identidad, evolucionando como marca.
Encontraron su fuente de inspiración en la tortilla y su traducción geométrica al círculo, en su repetición, su partición y sus variantes. La tortilla es parte importante de la vida de las personas en México desde la época prehispánica, cuando nuestros antepasados la usaban como plato, comida y cuchara. Hoy cada uno de nosotros encuentra maneras ingeniosas de usarla, plasmando un toque personal en la manera de preparar, doblar y sostener un taco.
Partiendo de las diferentes maneras de doblar una tortilla generaron un nuevo concepto para reinterpretar la esencia de las taquerías tradicionales en México.
La identidad

El lenguaje de la marca es intuitivo y evidente. Mantuvieron el espíritu desenfadado de la marca y lo potenciaron para que por medio de la nueva gráfica El Califa cuente su esencia, misma que se ha formado naturalmente a través del tiempo.
Como mexicanos han crecido rodeados de la riqueza gráfica y cultural de los rótulos, mismos que evocan el espíritu desenfadado, honesto e inclusivo de la comida urbana. Es en la destreza caligráfica del rotulista que encontraron la referencia para reinterpretar las nuevas proporciones y expresión de las letras que integran el icónico nombre de El Califa. Los elementos gráficos, sutilmente lúdicos y traducidos de la gráfica de manteles de fondas y taquerías, fueron una respuesta a la carga urbana y popular dentro de la cual El Califa y su cocina son protagonistas.
El espacio

Por medio de una cocina abierta enaltecieron la preparación de los tacos y al mismo tiempo acercaron al comensal a la tradicional “barra de taquero”. Con éste gesto se genera no sólo un vínculo entre el comensal, el taquero y los tacos, sino que dignificaron la cocina, ocasionando cierto tipo de admiración hacia la elaboración de los platos.
El tradicional mosaico de las taquerías fue reinterpretado en el espacio para generar una expresión contemporánea que se convirtió en el elemento espacial identificador de El Califa, un mosaico que nos habla ingeniosamente a través de un juego de volúmenes de uno de los elementos más básicos en la cocina mexicana: la tortilla.
En contraste con la estética simple del mosaico, el suelo fue cubierto por la sensación urbana del terrazo complementado con una cuadrícula XXL de círculos dorados. Finalmente la atmósfera se vio sumergida por la cálida iluminación proveniente de las bombillas que evocan la iluminación desenfadada de las taquerías.
El mobiliario y la vajilla del restaurante fueron desarrolladas especialmente para el proyecto, lo cual les permitió ser capaces de seguir la línea formal que originan el interiorismo e identidad de marca, fortaleciendo su discurso.
Insistiendo en la representación geométrica de los pliegues de la tortilla al hacer un taco y partiendo de la expresión de las forjas encontradas en las calles de México, se construyó una piel exterior, una celosía como transición entre el restaurante y la ciudad, una retícula de círculos que forma la guía de la cual se desprende la línea gráfica y formal que caracterizan al nuevo El Califa.

Para más información visiten: Esrawe Studio













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