La Molanta es un restaurante informal, que forma parte de la amplia oferta de bares y restaurantes del barrio de Sant Antoni, en Barcelona, un tradicional barrio convertido en un enclave de moda donde ir a cenar o tomar unas copas. El interiorista Frederic Perers ha sido el encargado de diseñar el nuevo establecimiento, donde se ofrece una oferta gastronómica saludable, internacional y servida al instante.
Explica el diseñador de interiores que “el proyecto quería dotar al restaurante de una imagen neutra y relajada, alejada de la estridencia de los locales de cómida rápida tradicionales“. Esta imagen se ha conseguido a través de materiales, colores y equipamientos, con varios planos tratados en tono crudo dispuestos sobre un contenedor oscuro.
La amplia fachada acristalada se convierte en una ventana abierta al exterior que invita a los transeúntes a descubrir el interior del restaurante, perfectamente zonificado de cara a ofrecer diferentes experiencias mientras se degustan las especialidades del local: un banco corrido de madera encastrado en un nicho en una de las paredes, la gran mesa central, que crea dos pasillos de circulación paralelos, y una zona de mesas altas voladas a lo largo de la pared opuesta al banco.
La madera en tono claro crea alianzas entre el banco, su respaldo, la mesa central y los taburetes bajos, mientras el resto del mobiliario es de color gris o negro. En la fachada, una gran T también de madera, iluminada de forma indirecta, hace de frontera entre el interior y el exterior. Dentro del restaurante, las sutiles luminarias pasan casi desapercibidas dando lugar a un ambiente cálido y agradable, que va ganando en intensidad a medida que desaparece la luz natural.
La amplia fachada acristalada se convierte en una ventana abierta al exterior que invita a los transeúntes a descubrir el interior del restaurante, perfectamente zonificado de cara a ofrecer diferentes experiencias mientras se degustan las especialidades del local: un banco corrido de madera encastrado en un nicho en una de las paredes, la gran mesa central, que crea dos pasillos de circulación paralelos, y una zona de mesas altas voladas a lo largo de la pared opuesta al banco.
La madera en tono claro crea alianzas entre el banco, su respaldo, la mesa central y los taburetes bajos, mientras el resto del mobiliario es de color gris o negro. En la fachada, una gran T también de madera, iluminada de forma indirecta, hace de frontera entre el interior y el exterior. Dentro del restaurante, las sutiles luminarias pasan casi desapercibidas dando lugar a un ambiente cálido y agradable, que va ganando en intensidad a medida que desaparece la luz natural.
En el fondo del restaurante, se ha usado la madera de roble -modulada y serigrafiada con el menú- y acero inoxidable, también utilizado en el expositor frío. El verde corporativo se ha aplicado en la pared embaldosada de las escaleras que llevan al piso inferior y en elementos de comunicación puntuales.
Para más información visiten: Frederic Perers
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