miércoles, 24 de enero de 2018

Restaurante El Gordo y el Flaco por VIMARVI



Confiando en su estudio, Salva y Pablo les encargan el proyecto para la reubicación de su restaurante. Para ello, se escoge una vivienda antigua en esquina sin valor arquitectónico, ubicada en una zona de edificación de baja altura. Esta nueva ubicación posibilita alojar el nuevo restaurante en un edificio propio que permite todas las ventajas que no poseía su antiguo local. El proyecto abarca la demolición del edificio antiguo y la construcción de uno nuevo. Siempre que existe un cambio de negocio, surge la necesidad de mejorar lo existente, por lo que el principal punto de partida del proyecto fue resolver todos los problemas que poseía la antigua ubicación sin menoscabar las características principales de funcionamiento del restaurante. Para ello pensaron en que, dado que en esta nueva ubicación tenía cabida, cambiar el concepto de entrada al restaurante disponiendo un patio y, a la vez, disponer de una entrada secundaria que resolviera los problemas de comunicación público-privado que muchos restaurantes poseen.

El patio de entrada se convierte en uno de los ejes del proyecto. Por una parte les ejerce de filtro entre el restaurante y la calle, por lo que les posibilita abrir grandes huecos que facilitan la iluminación natural y la amplitud del espacio. Por otra, les genera un espacio exterior previo muy agradable gracias a su dimensión y a su configuración. La fachada se realiza principalmente con tres materiales: paneles de viroc negro simulando un cuerpo de hormigón que alberga la cocina y los baños, una línea de microcemento que une toda la fachada y una celosía perforada que crea un filtro interior-exterior en el patio. El plano de viroc se convierte en vidrio en el salón principal. En el interior, se crean diversos espacios con configuraciones diversas. Por una parte, el salón principal mantiene la estética sobria y elegante de la fachada, definiendo la personalidad del restaurante. Por otra parte, se ubican dos salones privados; uno cerrado al salón principal, y otro con posibilidad de abrirse al mismo mediante un tabique corredero de madera.


La acústica se convierte en uno de los puntos importantes a resolver, por lo que se disponen falsos techos con junta abierta que posibilitan la instalación de un material absorbente acústico sobre los mismos.Como espacio diferenciado se ubica la bodega, comunicada visualmente con el salón privado pequeño mediante un gran vidrio y con acceso desde su zona exterior. La idea se basa en que cada cliente pueda acceder a la misma a escoger el vino que desea tomar. El almacenamiento de botellas se concibe como un guiño al oficio de la construcción, realizándola a medida a modo de ferralla de vigas de hormigón armado, albergando en su interior mediante la modulación de la malla el mayor número de botellas posible. Todos los materiales dispuestos en el proyecto persiguen la idea inicial de sobriedad y elegancia, por lo que con distintas elecciones de los mismos se crea un conjunto que evoca a la unidad, creando un espacio acogedor donde la atmósfera que se genera dentro del restaurante es distendida, cómoda y agradable.

Para más información visiten: Vimarvi 
Vía: Plataforma Arquitectura




























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