El Club Iradier es todo un icono de la zona alta de Barcelona. Le situamos: piense en un gimnasio exclusivo para mujeres ubicado en una torre del siglo XIX de estilo neoclásico, lugar de encuentro de la jet local. Ahora, su restaurante y zona social han buscado una estética más acorde con los nuevos tiempos y su nueva filosofía que, bajo el paraguas de la marca Metropolitan, ha renovado su oferta, instalaciones e incluye también una zona mixta. Un nuevo look encargado al estudio de Sandra Tarruella.
En el proyecto de restaurante y zona social del nuevo gimnasio Metropolitan Iradier se buscaba una atmósfera mas actual, joven y fresca, acorde con la nueva imagen de gimnasio que aporta la marca Metropolitan. Todo ello, sin perder la elegancia de los espacios y ornamentos clásicos de la mansión donde se ubica.
El restaurante, que a la vez debía funcionar como vestíbulo de entrada al club, ocupa prácticamente toda la planta baja. Su diseño en planta abierta aprovecha al máximo la escala y el estilo del edificio original.
Lo más importante en este proyecto era relacionar todos los espacios para conseguir las máximas visuales posibles. Y también potenciar un uso múltiple, bien de restaurante o de bar según las horas: es decir, un lugar donde socializar y encontrarse a gusto a cualquier hora del día. De ahí la idea de trabajar con varias opciones de asiento y distintas alturas, puesta en práctica por el estudio de Sandra Tarruella.
Para respetar la arquitectura existente, se ha pintando todo el envolvente en un color cálido: ello permite trabajar a partir de una ‘caja neutra’ en la que se ha modificado la distribución de los elementos. Otra de las claves del proyecto: haber utilizado materiales nobles y una iluminación puntual y cálida, reconocibles marcas de identidad de este estudio.
La barra desciende hasta una altura cómoda para poder sentarse, disfrutar comiendo y ver la vitrina con el producto fresco. Gracias a unas puertas correderas de pizarra, esta zona presenta dos escenarios diferentes; el primero para desayunos saludables; el segundo, más nocturno, en el que una iluminación LED destaca las botellas. Un copero de hierro y cristal ayuda a aportar calidez.
Se han añadido unos bancos corridos de madera de roble con cojines y una mesa comunal, donde poder comer o trabajar con un portátil frente a la barra, que se ilumina con una lámpara baja de hierro tubular.
En la entrada de los salones, un mueble en nogal y piedra negra -dedicado a reservas y camareros-, junto a unas mesas centrales, permiten no perder la visual de los espacios. En esta zona también encontramos otro banco corrido de altura tradicional, combinado con mesas bajas realizadas en madera de roble y mármol blanco, y complementado con butacas bajas tapizadas. La iluminación se potencia aquí mediante lámparas de brazo negras que a modo de aplique están colgadas en la pared.
La galería queda totalmente abierta a los salones, que los inunda de luz natural y permite disfrutar del jardín exterior. En la zona de estar, los sofás tapizados también se ha procurado que tengan una altura apta para comer, acompañados de mesas de mármol país y taburetes de madera. La misma idea de sofá y mesa baja se repite en zona que queda bajo la escalera, que da acceso a la zona de estética y entrada al gimnasio.
En el reservado se ha mantenido la chimenea existente, que se ha revestido de madera: forma una estantería lateral que alberga los libros, para ofrecer una sensación hogareña.
Para más información visiten: Club Metropolitan Iradier, Sandra Tarruella Interioristas
Vía: diarioDESIGN
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