No hay nada que apasione más a un arquitecto que la sinceridad constructiva. Aunque el Movimiento Moderno la puso en auge, las catedrales góticas ya muestran abiertamente su sistema estructural basado en bóvedas que transmiten las cargas al suelo mediante arbotantes. Y de eso se trata, de que los sistemas estructurales, las instalaciones, los materiales, se muestren tal y como son, sin enmascarar su belleza ni ocultar su función.
Si vamos a reformar una vivienda cuyo sistema estructural está basado en muros de carga, tenemos una oportunidad magnífica para recuperar visualmente estos muros e integrarlos en la decoración de la vivienda. Les recomendamos que no sean excesivos, y recuperen sólo algunos, aquellos que por su disposición queden bien integrados en la estancia. Si abigarran el espacio con paredes de ladrillo puede resultar algo cargante además de poco funcional, pues les resultará complicado colocar enchufes, interruptores y otras instalaciones que por su diseño y aspecto no quedarán bien a la vista. Localicen un muro que pueda prescindir de estos elementos, y ese será perfecto para tratar.
Tampoco se lo recomendamos en estancias muy pequeñas o poco iluminadas. Por lo demás, quedará perfecto en cualquier tipo de habitación: estar, comedor, vestíbulos, baños, dormitorios… siempre que sean grandes y luminosos el ladrillo se convertirá en un protagonista excepcional.
El primer paso es limpiar el muro, eliminado en la medida de lo posible los revocos o restos de pintura que pueda tener. Tampoco hay que obsesionarse; como ven en las imágenes pueden resultar tan atractivos libres de revocos como con algunos restos de pinturas o tratamientos anteriores. Lo mejor es humedecer bien la pared y utilizar una pistola de aire caliente. Si no es suficiente, podremos recurrir a otros sistemas más agresivos, como el chorro de arena o el picado manual, pero como les decimos, las paredes con algún resto también son atractivas y siempre es preferible dejar alguna traza de revoco que dañar el material estructural.
Más interesante es repasar las juntas y protegerlos de posibles disgregaciones, especialmente si son muy antiguos. El repaso de huecos en las juntas puede hacerse con un mortero que imite en la medida de lo posible el mortero orginal. En cuanto a la protección de las piezas, se consiguen buenos resultados con productos basados en resinas que se incrustan ligeramente en el material, tapando los poros y confiriéndoles mayor cohesión. Es un tratamiento necesario si el muro se disgrega, si no, siempre es preferible dejar que el material “respire”.
Les recomendamos que una vez limpio y tratado, dejen el muro tal cual; no los barnicen ni les den tratamientos que le confieran una pátina brillante. Se perderá el efecto de material recuperado y resultará una imagen artificial que se aleja del propósito que perseguimos. Tampoco les recomendamos que los pinten; la sinceridad constructiva es intemporal y cualquier tipo de decoración y acabados combinarán a la perfección con su muro de ladrillo. Si no se atreven con un paño entero, pueden mostrar sólo un trozo.
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