El proyecto MV nace de la necesidad de una familia de tres personas que buscaba realizar un cambio en su vivienda porque la distribución se había quedado anticuada y el programa no se ajustaba a las nuevas necesidades que habían surgido. El transcurso del tiempo afecta a la vida familiar y a la manera en que se relacionan los miembros de una familia que comparten una misma vivienda. En este caso, los diferentes ritmos de vida de cada persona y los momentos que cada uno pasaba en las distintas estancias realizando diferentes actividades (leer, estudiar, cocinar…) hacía complicado coincidir y pasar ratos juntos. El encargo tenía como objetivo facilitar la comunicación entre las personas que conviven en este piso, creando espacios de encuentro que se adaptaran a sus nuevas necesidades.
Un pequeño gesto con un gran impacto.
Proyectualmente, la opción fue que un pequeño gesto generara un gran impacto en la nueva distribución de la vivienda. Así que el estudio de arquitectos decidió unir las estancias, antes compartimentadas, de la cocina y el salón-comedor, dando lugar a única estancia que maximizara los espacios de vida en común, mejorando la interacción de sus ocupantes y, al mismo tiempo, creando una sensación espacial y visual de mayor amplitud.
De esta manera, el espacio diáfano se convierte en una zona común donde, independientemente del momento en que cada uno llegue a casa, siempre pueda ser un buen momento de encuentro, donde se pueda cocinar mientras otra persona lee un libro en el sofá o cualquiera de las variantes que se pueden producir en el día a día de cualquier persona.
Materiales confortables.
Para la elección de los materiales, se ha tenido en cuenta la búsqueda de una sensación de confort, así como la intención de separar los usos dentro del espacio diáfano. De ahí que predomine la madera como protagonista: melamina en acabado roble teñido en un color caramelo para los muebles de la cocina, a juego con el suelo laminado de la vivienda. Estos tonos cálidos, en combinación con el color blanco y con la gran cantidad de luz natural que proporcionan los grandes ventanales, generan una atmósfera relajada donde con un golpe de vista eres capaz de entender el funcionamiento del espacio.
Una silla a medida.
Carlos Segarra Arquitectos ha diseñado todo el mobiliario a medida para que, aun cumpliendo con la practicidad de almacenamiento que se precisaba, se integrara en el espacio sin restar sensación de amplitud. La silla con reposapiés es un diseño del estudio que ha nacido a raíz de este proyecto. “La silla fue una idea que surgió durante el proceso de diseño del piso, ya que partían de una decisión tan sencilla para articular el proyecto, que decidieron tratar de crear un objeto que pudiera transmitir esa sencillez y que, de alguna manera, pudiera complementar el resultado final como un elemento añadido, pero que al mismo tiempo estuviera integrado en el proceso», explica el arquitecto.
“Al inicio, nos obsesionamos con que las proporciones fueran el elemento conductor del diseño y que, respetando las dimensiones que entendemos como cómodas para el uso de una silla, siempre se apreciara la intención de que las medidas jugaran a 1/3 entre ellas y, al mismo tiempo, queríamos que fuera lo más ligera posible. Por ello, planteamos la estructura de perfiles metálicos de 1×1 cm soldados entre sí y con los menores elementos posibles para, luego, combinarlos con el asiento y respaldo de piel natural color camel, ya que el uso de este material nos permitía la suficiente resistencia para soportar el peso de una persona y a su vez recalcar las premisas que nos planteamos al inicio del proceso.»
Para más información visiten: Carlos Segarra Arquitectos
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