En el corazón del París más clásico y elegante, en la última planta de un edificio del período Haussmann (comienzos del siglo XIX), asomado al Sena y la Torre Eiffel, Guillaume Alan ha desplegado su estilo sereno y atemporal en la reforma integral de un apartamento para una pareja admiradora de su trabajo desde hace años.
El proyecto ha supuesto una reorganización total de la distribución interior. Aprovechando que la vivienda dispone de vistas en 360º, la luz ha sido fundamental en el diseño del nuevo espacio. “Es un elemento que hemos intentado comprender desde los primeros pasos del proyecto. La luz hace la arquitectura; gracias a ella las paredes, las sombras, el espacio pueden existir”, afirma Alan. Para reforzar la luminosidad interior, ha recurrido a una tonalidad monocroma de un gris muy pálido que el interiorista ha creado expresamente para la ocasión y que ha bautizado como craie, tiza.
Este color se despliega por las superficies arquitectónicas y texturas del mobiliario: paredes pintadas, suelos de roble gris claro cepillado y mármol, alfombras de lino natural, seda, lana... Aunque la espaciosidad no es un problema en este apartamento, la unidad tonal no solo crea la ilusión de mayor amplitud, sino que también permite añadir profundidad, textura y calidez a cada ambiente sin comprometerse con un color determinado u otro elemento decorativo superfluo. La impecable selección de mobiliario del autor, en línea con el refinamiento mesurado de todo el proyecto, contribuye a lo que él denomina una arquitectura comedida en sus formas, pero fastuosa en su espíritu.
Para más información visiten: Guillaume Alan
No hay comentarios:
Publicar un comentario