El proyecto comprende la reforma completa de una vivienda situada en el suroeste de Madrid. Una persona joven decide renovar la vivienda familiar en la que ha crecido y vivido durante muchos años para convertirla en su nuevo hogar y despacho profesional. El proyecto parte de una revisión de los recuerdos, las vivencias y las experiencias personales, para repensar el presente e imaginar un futuro para esta nueva etapa vital. El desafío reside en diseñar un espacio que facilite, acelere y acompañe dicho proceso; idear una suerte de catalizador doméstico, ubicado en el corazón de un bloque residencial en el barrio de Las Águilas en el distrito de La Latina.
El primer paso consiste en reprogramar la vivienda preexistente: un piso cargado de memoria, construido en los años setenta del siglo pasado y que responde a un esquema tipológico genérico basado en criterios domésticos estandarizados. Para ello, se habilita un espacio central abierto, de geometría semicircular, sobre el que orbitan el resto de habitaciones. Se dispone, así, un esquema flexible que favorece las relaciones cruzadas y promueve la interacción, reduciendo las circulaciones e incrementando la potencia del espacio.
El espacio central mira hacia la fachada principal, sacando el máximo partido de la luz natural. Además, integra algunos puntos singulares, como la zona para el tocadiscos y la colección de vinilos, el espacio de la chaise longue y la pantalla de proyección o un punto de lectura situado en la terraza, cuyo cerramiento plegable permite abrir por completo la fachada e incorporar este espacio exterior al interior de la casa. El área de cocina se orienta hacia el foco de la estancia circular, favoreciendo una relación directa entre ambas. Las zonas de descanso y de trabajo completan la banda lateral, separadas mediante unos espacios de transición y almacenamiento. Por último, el baño se apoya en la curva, completando el esquema, escondido tras una puerta oculta. La geometría, la dimensión de fondo y la posición de las embocaduras permiten, además, convertir este espacio doméstico en un estudio de fotografía.
El acabado de la curva se realiza mediante unos elementos verticales de madera que activan un juego óptico y cromático, el cual se activa con el movimiento de los habitantes, provocando un efecto dinámico de vibración y profundidad, en este lugar especial. Las carpinterías de una sola hoja se abren al paisaje urbano, que tan solo es interrumpido, en puntos específicos, por las hojas de los árboles o las del estampado tropical de los toldos. La zona de descanso se remata en colores oscuros. El baño está equipado con unas luminarias que permiten configurar diferentes atmósferas cromáticas. Se aprovecha la disposición de los huecos para favorecer la ventilación cruzada en verano. Por último, un sistema de monitorización de energía permite controlar el consumo eléctrico, conectando el ámbito de doméstico con ciertos programas ecológicos de gran la escala.
El esquema geométrico y dimensional intensifica la potencia del espacio, invitando (e incitando) a los usuarios a apropiarse del mismo y a ensayar diferentes coreografías de cuerpos y objetos. El conjunto conforma un esquema abierto para la experiencia hedonista de su habitante; un lugar para “el cuidado de sí”.
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Vía: Plataforma Arquitectura
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