La cocina, en rojo, superpone la neutralidad de los colores externos, atrayendo las miradas más allá del espacio denominado social y de convivencia. En la presunción de un impacto visual, el individuo es atraído hacia la base donde los servicios suceden: el corazón del restaurante. Por último, el arte urbano en la latería externa, integra los elementos del bar al ambiente, proporcionando todo el mestizaje y singularidad espacial del proyecto.
Como todo contenedor tiene su aire industrial intrínseco a su forma y características, su opción fue lo más atractivo para el público local.
Su inspiración fue la integración, lo cual se logró a través de una gran abertura en su lata (fachada frontal al patio interior), trayendo el exterior hacia el interior. Cuando observamos que todos los ambientes proyectados por ellos serían complementarios, vieron la necesidad de esta integración.
El ambiente principal, fue tratado de forma que la madera de la cubierta de piso también es la misma para las sillas internas y para el forro (brindando la conexión). El bar, ubicado frente al contenedor, tendrán el mismo lenguaje pues reutilizaron su lata de corte para hacer la envoltura. Al final de todo, quisieron traer un ambiente que fuera un poco más vívido al espacio, un lugar que generalmente queda en el fondo o es tratado como servicio, la cocina. Este, fue pintado con colores cálidos y fuertes, para que no fuera sólo una forma común, sino un lugar de experiencia y curiosidad (la cocina funcionará atendiendo el restaurante).
Para más información visiten: Bernardo Horta Arquiteto, Meius Arquitetura, Zargos Arquitetos
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