Y es que, frente a la típica organización doméstica donde prima sobre todo la funcionalidad, este proyecto tiene en cuenta aspectos subjetivos. “Consideraciones reales y fabuladas”, como explica el arquitecto, que dan lugar a un espacio mucho más difuso. En él, y libre de particiones, los límites entre las distintas estancias se desdibujan para poder dar cabida a cualquier imprevisto.
Diseñada desde el olor, el tacto y la vista
Sentidos primarios como el olor, el tacto y la vista construyen las estancias y las sensaciones que alberga en su interior. Además, los deseos de producir y consumir experiencias también definen el espacio. Disfrutar del fuego de la chimenea en invierno, bañarse en la piscina con las ventanas abiertas, leer en la terraza rodeado de vegetación o ver las estrellas sobre el tejado forman parte del sentido intrínseco de la casa.
Tras atravesar la puerta, una escalera que corre paralela a un muro pintada de un llamativo color azul, da acceso a la casa. Un oasis para los sentidos, en un espacio híbrido mutable, a medio camino entre un loft y una matrioska, del que emerge el gran protagonista: el cuerpo.
El espacio diferencia entre las acciones de cocinar, comer, dormir, relacionarse, trabajar o descansar; y las de limpieza y cuidado del cuerpo. Las primeras tienen lugar en un ámbito libre, definido por la forma y posición de los objetos, y con una cierta condición escenográfica. Las segundas, en cambio, se llevan a cabo en un conjunto de habitaciones conectadas en el corazón de la casa.
Ocupando el espacio central de la casa, un mueble-cofre de almacenaje funciona como nexo de unión entre ambos mundos. Con un fuerte carácter lúdico, que aporta al espacio un toque de sorpresa y misterio, esconde entre sus puertas un acceso secreto al baño.
Filtro vegetal
Los límites del espacio doméstico quedan definidos por una jardinera lineal de más de diez metros de longitud y dos terrazas orientadas a sur. A modo de dispositivos artificiales, estos paisajes disuelven las fronteras entre lo público y lo privado, lo interior y lo exterior, la casa y la ciudad.
Acompañado en esta ocasión por Alejandro Sánchez y Clara Dios, Gonzalo Pardo apuesta, como es habitual en sus proyectos, por una mirada lúdica, experimental, crítica y optimista. Su interés se centra en los procesos creativos de diseño y construcción arquitectónicos, pero también en el papel de la mediación y comunicación como vehículos fundamentales para la transformación del mundo en un lugar más sostenible, digno y libre.
Fotografía: Imagen Subliminal (Miguel de Guzmán + Rocío Romero)
Filtro vegetal
Los límites del espacio doméstico quedan definidos por una jardinera lineal de más de diez metros de longitud y dos terrazas orientadas a sur. A modo de dispositivos artificiales, estos paisajes disuelven las fronteras entre lo público y lo privado, lo interior y lo exterior, la casa y la ciudad.
Acompañado en esta ocasión por Alejandro Sánchez y Clara Dios, Gonzalo Pardo apuesta, como es habitual en sus proyectos, por una mirada lúdica, experimental, crítica y optimista. Su interés se centra en los procesos creativos de diseño y construcción arquitectónicos, pero también en el papel de la mediación y comunicación como vehículos fundamentales para la transformación del mundo en un lugar más sostenible, digno y libre.
Fotografía: Imagen Subliminal (Miguel de Guzmán + Rocío Romero)
Para más información visiten: Gon Architects
Vía: diarioDESIGN
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