La propuesta de este proyecto, llevado a cabo por el estudio de arquitectura Horma, nace con la intención de reformar un antiguo apartamento para convertirlo en un refugio contemporáneo de desconexión, reflexión y descanso.
El estado inicial mantenía la construcción original de los años 60, con una excesiva compartimentación que no permitía leer el espacio con continuidad. Esta sucesión de espacios independientes y limitados impedía disfrutar del principal valor que ya se intuía, poder vivir el mar, allí presente, desde cada uno de los posibles rincones de ese lugar. El objetivo se había convertido entonces en poder atender todas las necesidades pretendidas por el usuario pero con muchos menos elementos y con todos ellos coordinados entre sí para así aliviar la sensación espacial y redescubrir el mar, hasta ahora escondido.
En una propuesta donde la clave se define en establecer los mínimos elementos con su máximo uso y significado es fundamental reflexionar por cada una de las decisiones tanto métricas como materiales. Un proyecto de poca superficie donde por ello se multiplican las decisiones y los detalles.
Para trabajar con todas estas premisas, la investigación se centra en la disposición de los elementos, su geometría y su materialidad. En cuanto a los elementos, desaparece el concepto de tabiquería para conseguir resolver todo el espacio sólo con piezas de mobiliario. Sobre su geometría, la curva define el carácter de los elementos, construyendo continuidades en lugar de límites y definiendo movimiento y fluidez en lugar de pausas y aristas.
En lo referente a la materialidad, es la madera de arce la encargada de construir estos elementos que, además de independizar los espacios, no son sólo límite sino también uso, albergando el ellos todos los equipamientos de almacenamiento y cocina necesarios. Junto con la madera de arce, la piedra natural y un despiece de alicatado continuo acaban de vestir el espacio dándole un carácter singular.
El espacio global, que gira en torno a un elemento central, entiende el uso de la terraza como un espacio más del conjunto, no tanto como un elemento externo sino como uno más en el recorrido completo del proyecto.
En definitiva, se trata de un conjunto de 45 metros cuadrados repensados para ser vividos de manera conjunta o independiente, por un usuario o por varios, pero siempre desde la simplicidad de los elementos y la continuidad y calidad de los mismos.
Para más información visiten: Horma Estudio de Arquitectura
Vía: Infurma
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