jueves, 25 de octubre de 2018

La Carnería De Rincón Nuestro por Constanza Peláez + Sofía Carrer

El encargo de este proyecto llegó de la mano de un comitente muy apasionado, con amplia experiencia en el rubro y mucha dedicación por lo que hace, en busca de un espacio que refleje su mejor versión. Acompañado por socios optimistas y deseos de hacer de éste, un proyecto desarrollado con carácter y calidad en todas sus facetas. De todo este empuje, nació la necesidad de encontrar el sello que imprima en todo la esencia y la sintetice. Todo les condujo al FUEGO. Encontraron ahí el espíritu de la cocina, la transformación de los alimentos, el alma de la parrilla, la atracción de las miradas, el calor de la familia, la pasión de los amigos y la marca que dio carácter a la transformación arquitectónica de un local estándar, en un espacio cálido y descontracturado, que con distinción invitara a permanecer, disfrutar y celebrar.
Con el fuego como gran protagonista, se trabajó una propuesta de diseño que así lo mostrara: brasero y parrilla en el corazón del programa y a la vista de todos, desnudo y sincero detrás del vidrio, convirtiéndose en el foco franco desde el ingreso principal y el punto que captura las miradas desde el gran salón. El resto de las actividades se dispusieron alrededor, de modo simple y con mucho acento en lo funcional. Una línea imaginaria separa las áreas de servicio de las áreas servidas. Las mismas quedan conectadas por accidentes sobre este plano, donde se produce el intercambio: una gran barra en el sector de la parrilla, un box de despacho de bebidas y caja, un vajillero y pasa platos desde la cocina y una cava a disposición de los comensales. Puntos de enlace que invitan a acercarse, ver el proceso de elaboración y por qué no, establecer un diálogo con el parrillero estrella, con su chef y sus mismos dueños.
Cada cual busca en su materialización dar respuesta a sus necesidades. La elección de materiales fieles al protagonista, tiene su mayor desarrollo en el marco que todo lo envuelve: un revestimiento de caños de hierro de sección rectangular, con una terminación aleatoria que oscila entre el caño negro en su versión original, la oxidación y su más delicado acabado con un barniz cobre o dorado. Un gesto simple, pero imponente a la vez por su escala. Para lo demás, se seleccionaron materiales nobles y simples: ladrillo, micro cemento gris oscuro, vidrio y hierro. Aparece el verde colgando desde el cielorraso y paredes laterales y en la línea de la vidriera para dar vida y contraste en la paleta de colores. Reforzando la idea de lo hogareño, géneros de lienzo cuelgan en la doble altura y en los laterales se disponen sillones y almohadones de escala doméstica.
La elección del mobiliario que acompaña la propuesta arquitectónica y funcional, tuvo las mismas premisas: simpleza y calidad. Un producto de autor local, con el “Sello Buen Diseño argentino 2016”, se presenta en las mesas y sillas que combinan hierro negro y madera de paraíso. Para la ambientación, se buscó una iluminación cálida que focaliza algunas zonas y elementos. El resultado final debía dar respuesta a un partido arquitectónico que demanda la funcionalidad de un reloj, pero que debe ser imperceptible a la mirada de sus huéspedes. Ellos solo deben tener sus sentidos abiertos al disfrute y confort que ofrecen el espacio que los aloja y sus anfitriones.
De la memoria de sus autoras.

Para más información visiten: Constanza Peláez





















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