La arquitecta, que viste sólo de negro, blanco y gris, no querría nada diferente para su nuevo hogar. Además del minimalismo como premisa, también existía el deseo de tener un apartamento adaptado a los felinos.
No se hizo ninguna modificación importante en la planta, sólo se retiraron dos paredes, una que ocultaba parcialmente la cocina y otra entre la suite y el baño, lo que permitió que la luz entrara en la habitación.
La configuración original del apartamento era muy clara: una larga pared que separaba la sección de la habitación de la cocina y el área social. La propuesta de reforma se basaba en una premisa básica: explorar el eje longitudinal del apartamento, creando una secuencia de ambientes que permitiera optimizar los espacios.
El programa pedía un área íntima más reservada, con la suite de la pareja y una oficina; y tanto la habitación, como la cocina, formaban parte del espacio de convivencia constante. Recibir a los amigos era una de las actividades preferidas de la pareja.
Otra característica empleada en la ampliación de la sala de estar fue la planta única de tacos de madera de tauari con espina de pescado paginada, que se extiende hasta la cocina y la lavandería.
El programa requería un área íntima más privada, con la suite de la pareja y una oficina. El área íntima consta de dos baños, una oficina que puede servir como dormitorio de invitados y una suite. A este último se le reservó una atención especial: este dormitorio fue diseñado como una caja gris aislada de su exterior. El suelo alfombrado y la cortina de terciopelo, que sustituye a las puertas de los armarios, dan aislamiento acústico a esta pieza, todo en gris, incluido el techo.
Para más información visiten: Atelier Aberto Arquitetura
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