Cuando uno vive en Valencia, el sol es un regalo. Sin embargo, en este pequeño apartamento de 70m², faltaba luz natural. La antigua distribución restaba claridad al interior, e impedía un uso optimizado del espacio. La arquitecta Rocío Conesa transforma el esquema anticuado de la planta, abriendo paso a nuevos patrones de vida, e inundando el interior de claridad.
Lógica y claridad
El primer gesto de la intervención es el de eliminar las particiones innecesarias y reconfigurar la distribución del programa. El proyecto apuesta por un interior diáfano, englobando diferentes actividades cotidianas en un único espacio. Ya desde la entrada, el uso de planos verticales de espejo multiplica la luz que penetra desde el patio, encendiendo la estancia y ampliando perceptivamente el volumen del interior. La planta se desarrolla en sentido longitudinal, desde la entrada hasta el salón, pasando por la zona central, reservada a la cocina/comedor. La escena doméstica alrededor de la cocina adquiere protagonismo, convirtiéndose en el corazón de la vivienda, y actuando de filtro entre el acceso y la intimidad del salón.
Un espacio despejado
Con una elegante isla en el centro de la estancia y una encimera adosada al perímetro, la cocina queda perfectamente equipada, al tiempo que pasa desapercibida en el marco estético del interior. El blanco empleado tanto en mobiliario como en la encimera de cuarzo sintético se incorpora visualmente a la neutralidad de la envolvente, dando forma a un conjunto racional y sencillo. La mesa de comedor se coloca a continuación de la isla de cocina, ordenando cada elemento de manera coherente, teniendo siempre en mente la mayor holgura de los espacios. La pared de la cocina se protege con un alicatado blanco esmaltado, que contribuye además a la claridad del interior. La simplicidad del diseño y la lógica de la distribución hace que el interior encaje de manera natural, sacando el mayor partido al espacio.
Estancias al sol
El salón se abre hacia una amplia terraza que continúa con la expresión formal del interior. El pavimento de placas de cerámica de efecto madera resulta una solución versátil y resistente, apropiada también para exteriores. De esta forma se consigue una total continuidad entre fuera y dentro, extendiendo el programa hacia la terraza a través de los amplios ventanales del salón. Las paredes blancas son un perfecto captador de luz hacia el que se abren las estancias. El peto de fachada asciende hasta enmarcar las vistas, protegiendo la intimidad el interior y manteniendo una estrecha relación con el paisaje de la ciudad.
Un marco a las vistas
El dormitorio principal, adosado a la terraza se abre en dos orientaciones para recibir la mayor cantidad de luz natural y ofrecer un paisaje urbano envolvente. El contacto con el espacio exterior ofrece vistas cruzadas con el salón, reforzando la continuidad visual y transparencia del interior. La estancia se caracteriza por la simplicidad del diseño y suavidad cromática. Blanco en carpinterías, radiadores, paredes y ropa de cama.
Todo es posible
La imagen del estado original de la vivienda nos hace comprender la fuerza de la intervención, y cómo es posible transformar por completo un interior. La reorganización de estancias para satisfacer las necesidades de la joven pareja de propietarios es el detonante del proyecto. Con esto se consiguen espacios abiertos, circulaciones fluídas, y luz. Mucha luz.
Para más información visiten: Rocío Conesa
Vía: habitissimo
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