¿Que le parecería tapear en una bodega centenaria? Los nuevos aires que están poniendo en primera fila los vinos del Marco de Jerez también han llegado al interiorismo y concretamente a El Puerto de Santa María donde se acaba de abrir Toro Tapas, un espacio singular dedicado al enoturismo.
La firma Osborne, ha rehabilitado el casco de una de sus bodegas, llamada La Vieja, abriéndola al público y creando un espacio único donde se ubica un gastrobar, una moderna sala de catas, donde los visitantes pueden degustar sus mejores vinos después de un recorrido por las soleras más antiguas y una nueva tienda dedicada a la venta de los vinos y productos gastronómicos, además de todos los productos relacionados con el famoso logotipo de la firma.
Como sucede habitualmente en el Sur, tras un portón cerrado a cal y canto le esperan algunas sorpresas. Al llegar a la puerta de visitas descubre este patio cubierto de jacarandas centenarias y coloridas buganvillas que da acceso a los antiguos edificios que han ido conformando con el tiempo la “casa madre” de la citada bodega. En él se ha instalado la terraza de Toro Tapas, respetando al máximo la solera de esta zona.
La decoración de la terraza se concibió también guardando el tono sobrio del entorno, con un paleta de grises, blancos y naturales pero introduciendo mobiliario moderno de líneas sobrias y unas sombrillas espectaculares de 3 x 4 metros con estructura de acero inoxidable y varillas de madera lavada.
Lo que engancha de esta terraza es que puede quedarse en la zona más relajada, amueblada con cómodas bancadas y cojines, conectarse al wifi y pedir una tabla de Jamón Cinco Jotas (uno de los productos estrella de esta firma) mientras contempla uno de los edificios mejor conservados de la ciudad, puro siglo XIX. El jardín, muy cuidado, sigue las pautas clásicas de esta zona con arbustos autóctonos, buganvillas y laureles, magnolios, naranjos y erythrinas.
El proyecto de interiorismo "está inspirado en la emoción que se respira dentro de los espacios bodegueros", nos comenta su autora, la interiorista Guadalupe Grosso, quien trabajó estrechamente con el estudio de Arquitectura Ollero, responsable de la recuperación integral de la bodega. El proyecto de arquitectura creaba un espacio diáfano, separado por cerramientos de cristal livianos que separan los diferentes usos, pero conservando una única visión de todo el casco de bodega. Se han utilizado revestimientos acústicos muy innovadores, tanto en paredes como en suelos y la iluminación está muy cuidada para conseguir combinar la espectacularidad de la arquitectura con la calidez e intimidad de cada espacio.
Ya en el interior de la bodega, Guadalupe nos aclara la esencia del proyecto realizado “Nuestro trabajo está inspirado en los elementos sensoriales que captamos en el interior de una bodega, en el origen natural de lo que se atesora en ella, en las luces y las sombras de la crianza.”
En el salón reservado, llama la atención una espectacular mesa de roble, realizada con piezas enteras, diseño de la interiorista, y fabricada por artesanos locales. En la pared, destacan los dibujos de la artista plástica Magdalena Bachiller, responsable del proyecto gráfico de todo el local y que recrean la piel y la silueta del Toro, el icono de la bodega Osborne.
En otra de las paredes del reservado, pintada con el acabado de pizarra de las botas de vino, se han trazado los signos secretos de los arrumbadores que marcan cada bota con un lenguaje que revela si el contenido de las mismas evolucionará hacia fino, oloroso o amontillado… o quien sabe, quizás a palo cortado, ese misterio que nadie sabe como se produce. Las sillas son el modelo Carola de Andreu World, con un acabado a medida. La puerta pivotante del reservado, diseño del arquitecto Javier Ollero, atesora las botellas más antiguos que se conservan (polvo incluido)
Los espacios dentro del Bar están separados por muebles ligeros que exponen productos de Osborne o mamparas acústicas realizadas en madera de roble y que interpretan las que había en los reservados de las antiguas tabernas de El Puerto.
Las "claves de este proyecto –nos comenta la interiorista– están en haber mezclado el diseño y la artesanía, las líneas puras y minimalistas con otras más suaves y cálidas. Un ejercicio de eclecticismo que bebe en los orígenes del diseño pero que también mira a lo autóctono revalorizándolo".
Las lámparas, de cobre y acabado envejecido, son una reedición de la célebre lámpara Gras, un clásico de los años 30. Suspendidas mediante carriles con mecanismos que suben y bajan, crean unas párabolas de luz cálida que acotan los diferentes espacios del bar creando “burbujas de luz” que invitan a quedarse mucho tiempo. En la pared, un magnífico collage de fotos con la imagen del toro en su recorrido por diferentes paisajes españoles.
Una vez que el visitante acaba el recorrido de las bodegas antiguas con las soleras y los vinos viejos, le espera la experiencia sensorial. Esta sala de catas sigue la estela de las modernas instalaciones de otras zonas vinícolas punteras en el tema del enoturismo. Es un espacio minimalista donde el protagonista es el vino y la experiencia de la cata.
Mesas y sillas ligeras y blancas y el roble como contrapunto en los muebles expositores. Nada distrae, salvo el olor del vino que flota en el ambiente. Las mesas se desmontan en un click porque esta zona también es multifunción, en ella pueden celebrarse eventos y convenciones. Es el modelo Fast de la firma Sellex.
En su zona central, un rincón para catas más privadas y un botellero donde se exhiben las marcas punteras de la firma. Todo el perímetro de la instalación está recorrido por un zócalo alto de duelas de roble que albergan en su interior paneles acústicos y que interpreta, en clave contemporánea, los elementos originarios de la crianza, las duelas con las que se construyen las barricas de roble americano, presentes en toda la bodega antigua.
La zona de recepción ocupa la parte central del casco de bodega. En ella se acoge a las visitas y se realizan las presentaciones audivisuales previas. Está amueblada con cómodos sofás y mesas auxiliares que interpretan las formas de los toneles e instrumentos de tonelería, ambos diseños de la interiorista.
En la arcada central, vitrinas expositoras realizadas con madera de pino de Flandes antiguas, recuperadas de las techumbres de la bodega, y donde se exponen objetos y libros antiguos que cuentan la historia de la firma. Las mesas están realizadas en madera de roble y bases de forja por artesanos locales, siguiendo el diseño de la interiorista. Los taburetes son de la firma Ondarreta de madera de haya vaporizada.
La Toro Store se ubica al final del recorrido de visitas, para que el viajero pueda llevarse a casa vinos o algunos de los artículos con la silueta del Toro. En la foto, la zona de boutique, decorada con muebles también realizados en roble diseñados por la interiorista. La alfombra es la Efekto Seda de KP, que conserva en su superficie las huellas de las pisadas como una memoria táctil de las visitas contribuyendo a “humanizar” con su textura el espacio comercial.
Inspirándose en los concept store europeos, los productos tipo souvenir se exponen con un visual merchandising sensorial para transformar el acto de la compra en la experiencia de conocer la firma. Todo puede tocarse y probarse. El producto está organizado en módulos inspirados en las cajas de vino originales, diseño de la interiorista, que van apilándose en volúmenes cerrados o abiertos según las necesidades. Proyecto de interiorismo y decoración: Guadalupe Grosso. Fotos:Nacho Uribe Salazar.
Para más información visiten: Guadalupe Grosso
Vía: decoratrix
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