Esta vivienda, una masía del siglo XIV, está catalogada como patrimonio arquitectónico por el ayuntamiento de Barcelona. Por eso, la reforma llevada a cabo por Alfons Tost Interiorisme, necesitó de una investigación previa para documentar las partes originales así como para dar constancia de nuevas actuaciones y modificaciones.
La vivienda cuenta con tres niveles. En la planta inferior, a nivel de calle, se ubican los accesos a la vivienda y al parking. Se trata de un volumen, añadido a la estructura principal de la masía pero sin conexión directa con la misma. En el otro extremo se ubica el ascensor y el hall de entrada. Una escalera transversal comunica los dos niveles.
El propietario de la vivienda, gran aficionado a la restauración y al mundo vinícola, quiso ubicar un estudio-bodega en la planta intermedia que, junto con la cocina, hacen de articuladores del conjunto del espacio. Tras la eliminación de una pared de mampostería, la bodega, realizada en acero inoxidable y cristal, se levanta sobre una plataforma de piedra de San Vicente.
En esta zona de la vivienda se ha optado por colores oscuros, como el negro del mobiliario y el suelo de microcemento e iluminación tenue en puntos muy concretos. El resultado es un ambiente escenográfico y lleno de intensidad.
En la intervención de la segunda planta se quiso dotar de independencia total a una de las partes, dándole entidad de "vivienda" e incluso dotándola de un acceso diferente.
El proyecto quiso mantener la estructura de masía antigua, con una gran nave central y dependencias laterales, introduciendo elementos arquitectónicos que, sin romper con el orden establecido, contribuyen a una flexibilidad organizativa y espacial. Para ello se han practicado aberturas en paredes y huecos en los forjados con el fin de introducir elementos de comunicación que relacionen los distintivos volúmenes.
En la nave central se sitúa la zona de de estar, la cocina, el comedor, la biblioteca y la escalera, que comunica con las plantas inferiores. La cocina, totalmente abierta al espacio central, tan solo está separada de éste por un cristal de grandes dimensiones. En el lateral de la cocina una gran puerta rompe la armonía de la pared de piedra para descubrir la zona de biblioteca integrándola así al espacio central. En el centro se ubica la sala de estar, con paredes forradas de madera que integran el acceso a la biblioteca y a las dos habitaciones.
La vivienda cuenta con tres niveles. En la planta inferior, a nivel de calle, se ubican los accesos a la vivienda y al parking. Se trata de un volumen, añadido a la estructura principal de la masía pero sin conexión directa con la misma. En el otro extremo se ubica el ascensor y el hall de entrada. Una escalera transversal comunica los dos niveles.
El propietario de la vivienda, gran aficionado a la restauración y al mundo vinícola, quiso ubicar un estudio-bodega en la planta intermedia que, junto con la cocina, hacen de articuladores del conjunto del espacio. Tras la eliminación de una pared de mampostería, la bodega, realizada en acero inoxidable y cristal, se levanta sobre una plataforma de piedra de San Vicente.
En esta zona de la vivienda se ha optado por colores oscuros, como el negro del mobiliario y el suelo de microcemento e iluminación tenue en puntos muy concretos. El resultado es un ambiente escenográfico y lleno de intensidad.
En la intervención de la segunda planta se quiso dotar de independencia total a una de las partes, dándole entidad de "vivienda" e incluso dotándola de un acceso diferente.
El proyecto quiso mantener la estructura de masía antigua, con una gran nave central y dependencias laterales, introduciendo elementos arquitectónicos que, sin romper con el orden establecido, contribuyen a una flexibilidad organizativa y espacial. Para ello se han practicado aberturas en paredes y huecos en los forjados con el fin de introducir elementos de comunicación que relacionen los distintivos volúmenes.
En la nave central se sitúa la zona de de estar, la cocina, el comedor, la biblioteca y la escalera, que comunica con las plantas inferiores. La cocina, totalmente abierta al espacio central, tan solo está separada de éste por un cristal de grandes dimensiones. En el lateral de la cocina una gran puerta rompe la armonía de la pared de piedra para descubrir la zona de biblioteca integrándola así al espacio central. En el centro se ubica la sala de estar, con paredes forradas de madera que integran el acceso a la biblioteca y a las dos habitaciones.
A ambos lados de la sala se sitúan las dos habitaciones. Un muro exento vertical, que sirve de cabezal, da paso a la zona de cama y el vestidor, y a la vez sirve de elemento distribuidor del espacio. Tras el muro se sitúa la zona de lavabo que combina elementos de Corian® con metacrilato fluorescente, resultando un contraste muy atractivo.
Los materiales utilizados en el proyecto reflejan el equilibrio estético de la vivienda así como un estilo urbano. De este modo, la base cromática que sirve de modelo es el techo, en el que se han conservado las vigas originales, de madera clara combinada con blanco. Para la decoración de la segunda planta se ha utilizado este material y colores en el mobiliario. Tonos neutros que, combinados con la madera clara, aportan calidez a la vivienda. Se han añadido también algunos toques metálicos como lámparas o la encimera de la cocina para dar un toque más urbano a esta vivienda del siglo XIV, e integrarla en el entorno de la ciudad.
Vía: diario DESIGN
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