Dotar una casa de alma, de naturalidad y esencia, no es tarea fácil. Sin embargo, las pequeñas particularidades hacen de cada reforma un proyecto único, con vida propia y carácter personal. Es el caso de esta reforma en el corazón del barrio Barcelonés de Sant Antoni, diseñada con atención y cuidado para un chef cuyo deseo era poder cocinar mirando al Montjüic.
El estudio de arquitectura Soto-Lay consigue dar forma a un proyecto sensible y sorprendente, convirtiendo estos 100 m² en un lugar especial, donde texturas, materiales y mucha luz natural definen los espacios.
Fotografía: José Hevia
Amplitud y materiales
Los principales retos del proyecto fueron conseguir un espacio diáfano, ofrecer superficies con texturas, y trabajar con madera. Jugando con una paleta de colores vibrante, en tonos tostados, matices oscuros y pinceladas de carmín, se llena el espacio de una atmósfera cálida y desenfadada, que absorbe la abundante luz de la fachada y enmarca las vistas.
Espacio flexible y acabados en crudo
El apartamento forma parte de un edificio residencial de los años 70, con estructura de pilares y forjados de hormigón. Esto facilita el derribo de tabiques y particiones que subdividían el espacio en exceso e impedían el tránsito fluído entre estancias. La intervención se apoya en las decisiones de desnudar por completo el perímetro, e introducir nuevos elementos o piezas estructurales que organicen los espacios. De esta forma, la envolvente se reduce hasta el hormigón estructural en paredes y techos, para luego ser pintada de blanco, sin dejar de mostrar la textura natural del material, que suma a la neutralidad del contenedor, un carácter más cercano y natural, menos aséptico.
Lógica y función
Observando el antes y el después de la reforma apreciamos el favorable cambio de la vivienda, que prescinde ahora de pasillos y estancias mal iluminadas y de una incómoda distribución, para dar paso a espacios generosos y holgados. Los arquitectos se sirven del diseño de una serie de armarios autoportantes que además de proporcionar espacio de almacenamiento, facilitan la articulación de las estancias, y estructuran el interior. El programa se distribuye en tres habitaciones, dos baños y un espacio de día multifunción, soporte de diferentes actividades domésticas, promoviendo la participación familiar.
La cocina, protagonista absoluta de la casa, preside el espacio principal orientada hacia la estancia diáfana y a las vistas. Con superficies oscuras de granito negro, y electrodomésticos en acabados metalizados, presenta un estilo sobrio y sofisticado.
Las instalaciones se conducen a la vista, suspendidas del techo, en un gesto de rechazo a la artificialidad y apuesta por la sinceridad constructiva y carácter esencial del diseño. La mesa de comedor, fabricada con estructura tubular metálica, y tablones de madera reciclada, se eleva a la altura de la superficie de la encimera, destacando la continuidad entre las áreas de cocina y comedor. Los puntos de luz, cuidadosamente ubicados, encienden los espacios como escenarios de la vida cotidiana, y dotan de importancia a los rincones de más actividad.
El proyecto es sin duda un alarde de capacidad creativa y compromiso con una línea argumental. Así, abogando por una única solución para planos horizontales y verticales, se aplica la madera de roble recuperada tanto para el pavimento, como para el revestimiento de paredes. Un gesto rotundo que aumenta la sensación de confort y estructura espacios con una acústica suave y agradable, perfecta para una vida doméstica tranquila. Los armarios autoportantes camuflan las puertas de las estancias con el mismo acabado, presentando un aspecto hermético y uniforme, como una pieza de mobiliario de gran formato. El espacio invita a pasear descalzos, disfrutar de la amabilidad de los materiales y acariciar superficies.
Austero descanso
El dormitorio, estancia elegante con notas de madera, manchas oscuras y detalles metalizados, se esconde tras las paredes de roble, y se cierra como una caja, favoreciendo una atmósfera íntima y tranquila. Aquí también la instalación eléctrica forma parte del interiorismo, y el sencillo mobiliario se reduce a una silla estilo Luis XVI que aporta una chispa clásica a este espacio neutro. La estructura de la cama se realiza en perfiles tubulares de acero, y las carpinterías de las ventanas se resuelven en madera, favoreciendo el aislamiento térmico del exterior y reduciendo las pérdidas de calor.
Un baño con vistas
Tras un tabique de rasillón con el único acabado de pintura blanca, encontramos un amplio cuarto de baño. Los suelos de roble se extienden también al interior de este espacio, que responde al mismo esquema de materiales y texturas. El color oscuro de la ducha, realizada con pizarra de gran formato, enmarca el hueco por el que se aprecia el exterior. El uso de mamparas de cristal permite la continuidad visual incluso desde la bañera de acero fundido, orientada también hacia este punto, para no renunciar a las vistas en ningún momento del día. El espejo apaisado refleja la luz natural y el lavabo y grifería de diseño hacen que el espacio adquiera un aspecto fresco y original.
Motivos para reformar
El estudio Soto-Lay nos muestra cómo con atención al detalle, sensibilidad y buen gusto, es posible hacer realidad los sueños de un propietario, de la manera más sencilla, y natural. Lo que antes era un espacio sin vida es ahora un hogar vibrante, lleno de luz y texturas.
Para más información visiten: Soto-Lay Architects
Vía: habitissimo
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