La primera silla oscilante, la S33, fue diseñada por el arquitecto y diseñador holandés Mart Stam y presentada en 1927, durante la exposición celebrada en torno al hogar titulada “Die Wohnung” (La Casa), en la urbanización Weißenhof de Stuttgart.
Nunca antes se había realizado un diseño de silla sin pata posterior, ya que hasta entonces en las sillas sólo era posible superar la gravedad recurriendo a un material nuevo. El tubo de acero lo permitía, siendo lo suficientemente resistente para soportar el peso de una persona y lo suficientemente flexible como para oscilar ligeramente (hay que recordar que en aquella época, en arquitectura, el hormigón armado y la construcción metálica habían permitido poner en práctica el principio del voladizo, que había logrado vencer la gravedad y que sirvieron de inspiración para Stam, constituyendo un pequeño hito en la historia del mueble moderno).
Aunque en la misma exposición el también arquitecto Mies Van der Rohe presentó un diseño similar más redondeado (basado en un boceto de Stam que había visto en la preparación de la exposición a finales de 1926 y que decidió modificar) y Marcel Breuer sacó en 1928 un diseño muy parecido que tuvo bastante demanda, en 1932 los tribunales concedieron a Stam los derechos del concepto de esta silla cuadrangular, obligando especialmente a Breuer a atribuirle la autoría de su diseño y a pagar derechos por ello. No obstante tras la guerra estos detalles cayeron en el olvido y hoy en día cada silla se atribuye a su autor correspondiente.
La silla de Stam está inspirada en los asientos de coche y se construyó mediante una línea tubular continua, cúbica, casi cuadrada, con un tubo de acero doblado en frío de sólo 20 mm de diámetro, lacado en gris, con asiento y respaldo eran de goma o tela gruesa. A la S34, su hermana melliza, le añadió apoyabrazos.
Aunque en la actualidad están a la orden del día especialmente en la decoración de oficinas o despachos y se han reproducido mil variantes a lo largo de la historia, desde aquí queremos rendirle tributo al verdadero creador del concepto.
Nunca antes se había realizado un diseño de silla sin pata posterior, ya que hasta entonces en las sillas sólo era posible superar la gravedad recurriendo a un material nuevo. El tubo de acero lo permitía, siendo lo suficientemente resistente para soportar el peso de una persona y lo suficientemente flexible como para oscilar ligeramente (hay que recordar que en aquella época, en arquitectura, el hormigón armado y la construcción metálica habían permitido poner en práctica el principio del voladizo, que había logrado vencer la gravedad y que sirvieron de inspiración para Stam, constituyendo un pequeño hito en la historia del mueble moderno).
Aunque en la misma exposición el también arquitecto Mies Van der Rohe presentó un diseño similar más redondeado (basado en un boceto de Stam que había visto en la preparación de la exposición a finales de 1926 y que decidió modificar) y Marcel Breuer sacó en 1928 un diseño muy parecido que tuvo bastante demanda, en 1932 los tribunales concedieron a Stam los derechos del concepto de esta silla cuadrangular, obligando especialmente a Breuer a atribuirle la autoría de su diseño y a pagar derechos por ello. No obstante tras la guerra estos detalles cayeron en el olvido y hoy en día cada silla se atribuye a su autor correspondiente.
La silla de Stam está inspirada en los asientos de coche y se construyó mediante una línea tubular continua, cúbica, casi cuadrada, con un tubo de acero doblado en frío de sólo 20 mm de diámetro, lacado en gris, con asiento y respaldo eran de goma o tela gruesa. A la S34, su hermana melliza, le añadió apoyabrazos.
Aunque en la actualidad están a la orden del día especialmente en la decoración de oficinas o despachos y se han reproducido mil variantes a lo largo de la historia, desde aquí queremos rendirle tributo al verdadero creador del concepto.
Vía: Decofilia
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