Las firmas de mobiliario para exterior, y también algunas de decoración de interiores, se han inspirado en muchas ocasiones en culturas exóticas como por ejemplo, la proveniente del Norte de África. En países como Marruecos es habitual emplear los mosaicos para revestir encimeras de mesas y muebles, creando preciosas superficies llenas de color y dinamismo, y además, muy resistentes. Para tener nuestra propia mesa de mosaico tenemos varias opciones: podemos hacer un viaje y comprarla directamente en el origen, ir a una tienda de decoración y gastarnos un buen dinero... O, una vez más, ponernos manos a la obra y hacerla nosotros mismos.
Podemos aprovechar una mesa que tengamos ya retirada, o bien podemos comprar unas patas resistentes y un tablero de aglomerado hidrófugo. Para exterior, lo mejor son las estructuras de metal, que aguantan bien la intemperie; para interior sirve cualquier estructura resistente (hay que tener en cuenta que el mosaico y el cemento añaden bastante peso a la encimera). El resto de los materiales son: tablero hidrófugo de 6-7 mm de grosor, mosaicos (teselas de gresite o baldosas viejas partidas en trozos), cemento-cola gris o blanco, listoncillos de madera o perfiles de metal, espátula, llana dentada, martillo y trapo.
Si tenemos ya la encimera de la mesa, no necesitaremos el tablero; en caso contrario, habrá que ensamblarlo a las patas con clavos galvanizados y adhesivo de montaje. Las encimeras redondas deben llevar obligatoriamente un reborde para rematar la zona de mosaico y cemento, y evitar que éste rebose.
Podemos aprovechar una mesa que tengamos ya retirada, o bien podemos comprar unas patas resistentes y un tablero de aglomerado hidrófugo. Para exterior, lo mejor son las estructuras de metal, que aguantan bien la intemperie; para interior sirve cualquier estructura resistente (hay que tener en cuenta que el mosaico y el cemento añaden bastante peso a la encimera). El resto de los materiales son: tablero hidrófugo de 6-7 mm de grosor, mosaicos (teselas de gresite o baldosas viejas partidas en trozos), cemento-cola gris o blanco, listoncillos de madera o perfiles de metal, espátula, llana dentada, martillo y trapo.
Si tenemos ya la encimera de la mesa, no necesitaremos el tablero; en caso contrario, habrá que ensamblarlo a las patas con clavos galvanizados y adhesivo de montaje. Las encimeras redondas deben llevar obligatoriamente un reborde para rematar la zona de mosaico y cemento, y evitar que éste rebose.
Pero lo más normal es hacerlo con tableros rectangulares o cuadrados. En primer lugar, si vamos a usar baldosas viejas, hemos de procurar que tengan el mismo grosor y que no tengan restos de cemento por detrás. Para trocearlas, se colocan en un trapo grueso y se golpean con un martillo.
El cemento-cola se mezcla con agua y se aplica con llana dentada sobre el tablero; después iremos pegando las teselas o los trozos de baldosa, de manera que encajen bien y combinando los colores.
Si hemos hecho un diseño previo, tendremos que trazarlo primero sobre el tablero con un rotulador grueso; en este caso, el cemento-cola lo aplicaremos con espátula por zonas para no tapar el dibujo. Después hay que dejar secar el adhesivo durante 24 horas, y entonces colocaremos los perfiles de metal en L alrededor de la mesa, atornillándolos a la parte baja del tablero; o bien clavaremos los listoncillos al canto de éste, formando un marco.
Para terminar hay que aplicar más cemento-cola sobre el mosaico para llenar las juntas. Puede ser blanco, gris, negro... Se extiende con espátula, procurando rellenar bien todos los huecos y de forma que rebose. Cuando esté a medio secar, eliminaremos los restos con una esponja empapada en agua. Una vez seco, quedará una película que habremos de quitar con sucesivas limpiezas; también se pueden usar productos a base de ácido murático.
Vía: Deco Estilo
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