El espejo ha pasado de ser un elemento completamente funcional a convertirse en un elemento decorativo más, extrapolándolo a todas las estancias, espacios y ambientes. Y es que los espejos quedan bien en casi cualquier rincón del hogar, especialmente en las habitaciones más pequeñas, ya que aportan profundidad, ampliando visualmente el espacio y multiplicando la luz que entra por las ventanas. Además, es una pieza atrayente: nadie es capaz de pasar por delante de un espejo sin volver la cabeza para mirarse.
Dentro de los espejos podríamos diferenciar entre dos tipos. Por un lado, se encuentran los que colocamos para utilizar y, ya de paso, decoran. Por otro, los que sirven para decorar pero que también utilizamos.
Espejos para utilizar
Dentro del primer gran grupo englobamos los espejos del cuarto de baño o el vestidor. Estos deben contar con un tamaño adecuado y deben estar bien colocados sobre la pared. Podríamos incluir a los espejos de aumento que solemos colocar en el baño y que son ideales para maquillarse o afeitarse.
Espejos para decorar
Por otro lado encontramos los espejos que son más bien decorativos pero que también son de lo más prácticos en según qué ocasiones como, por ejemplo, los espejos que van sobre la consola. Tanto si están colocados en el salón, como en el pasillo o el recibidor, su colocación es principalmente decorativa y el enmarcado cobra mayor relevancia. De hecho, en algunos casos el tamaño del marco es incluso superior al del propio espejo.
De todos los tamaños y estilos
Los espejos combinan con cualquier estilo decorativo, ya que se pueden escoger de diferentes formas y estilos: cuadrados, redondos, rectangulares, de cuerpo entero, vintage, modernos, minimalistas… Eso sí, en los últimos tiempos los espejos de estilo veneciano y los enmarcados barrocos han ganado mucho protagonismo.
Vía: Decorablog
No hay comentarios:
Publicar un comentario