Estos equipos son los más demandados para calentar estancias pequeñas como cocinas, baños o dormitorios, ya que no requieren de mantenimiento e instalación y resultan muy seguros. Con sistemas diferentes, estos aparatos proporcionan calor de forma instantánea, rápida, focalizada y segura. Si bien, como principales inconvenientes hay que señalar que una vez se apagan, el calor perdura poco tiempo y que suponen un gasto energético elevado, por lo que son ideales para usar en momentos puntuales y no como sistema de calefacción único. Entre los calefactores portátiles encontramos:
Estufas halógenas
Consisten en la radiación directa de luz infrarroja, atravesando el aire sin calentarlo y focalizando el calor en las zonas dónde se necesita de forma instantánea y sin pérdidas de calor. Su enrejado frontal que impide que se produzcan quemaduras, si bien hay que tener mucha precaución de hacia dónde las enfocamos ya que, las altas temperaturas que alcanzan, pueden ser causa de incendio si no las manipulamos con cuidado.
Calefactores
Funcionan mediante una placa de resistencia que transmite el calor a través de un panel frontal directamente a los objetos que le rodean. Dentro de los calefactores, los cerámicos son los más duraderos y más eficientes gracias a su resistencia de cerámica que, además, reseca menos el ambiente. Algunos tienen función oscilante, que permite distribuir mejor el calor por la estancia. Es importante que, en el caso del baño, mantengamos el aparato a un metro, como mínimo, de la zona de la bañera o ducha y que antes de manipularlo nos aseguremos de que estamos calzados y nuestras manos están secas.
Convectores
Su funcionamiento es sencillo, tan sólo cogen el aire frío de la estancia, lo calientan mediante una resistencia y lo expulsan caliente. Éste se eleva y se extiende por la misma. Son perfectos para estancias húmedas como el baño o la cocina, sobre todo los que incluyen protección al goteo de agua. Algunos incluyen diversas posiciones de temperatura, para ajustarse mejor a nuestras necesidades. Tal y como sucede con los calefactores, es importante que los mantengamos alejados de la ducha o bañera, que nunca los manipulemos desde dentro de éstas y que nos aseguramos de que estamos calzados y tengamos las manos secas antes de tocarlos.
Radiadores de aceite
Funcionan por convección. Están compuestos por unas placas que contienen aceite y una resistencia que las calienta. Las placas hacen circular el aire que las rodea, tomando aire frío y calentándolo, formando corrientes de aire caliente. Si bien no calientan tan rápido como otros calefactores eléctricos, también hay que decir que mantienen más el calor que los calefactores o los convectores. Vienen con reguladores de potencia para poder ajustar la temperatura, termostato y hasta programadores.
Vía: fotocasa
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