miércoles, 9 de octubre de 2013

Il Salone: un nuevo concepto de peluquería con el diseño interior de Egue y Seta

Trabajar y ser atendido como en casa: ésta es la idea primigenia que se esconde detrás de éste nuevo concepto de peluquería y del proyecto de interiorismo realizado por el estudio Egue y Seta. Il Salone, a parte de ser un centro de belleza, intenta también recordar a un salón: sus butacas, mesas de centro, la iluminación colgante y sus pavimentos típicamente domésticos han sido seleccionados con el fin de reproducir, no la típica decoración de casa, sino la sensación de confort y calidez hogareños.
Desde el exterior y a través de su fachada transparente, se puede ver todo el interior de un recinto que, lejos de esconder, pretende exhibir una manera de trabajar honesta, dedicada y sin artificios. Por ello, bajo el rótulo en el cual se describe un logotipo a medio camino entre el minimalismo y el lettering vintage, con apenas sutiles referencias figurativas al corte, sólo se encuentra cristal limpio y transparente sin filtros ni veladuras. 

Justo al entrar, recibe a los clientes un pavimento 
de roble natural que, por su calidez, amortigua la excesiva blancura y resplandor típicos de los salones de belleza de la primera década del 2000. Esta “moqueta” de madera, de gran resistencia y sencillo mantenimiento, sube por las paredes creando un zócalo recrecido que aloja iluminación indirecta y sirve de trasera de fijación para los sencillos estantes que conforman cada tocador, conjuntamente con un espejo circular que flota sobre el plano vertical y una butaca de líneas puras, en color chocolate oscuro y de gran calidad ergonómica. Sentada en ésta, más que un cliente “un invitado”, y tras él, más que un peluquero una anfitriona que le hará sentirse como en casa.
La textura de la madera y los tejidos de las tapicerías fluctúa entre las tonalidades térreas y los grises de diferente gradación, y su riqueza táctil constituyó el principal criterio de selección a la hora de componer el mobiliario de recepción, atención al cliente y espera que en vez de complementar, protagonizan el espacio, convirtiendo el local en un rincón de hogar.
Las butacas tapizadas en gabardina, con respaldo, brazos y asientos acolchados, reemplazan los bancos corridos típicos de las sala de espera; los revisteros son reemplazados por mesas de centro, el mostrador por un aparador de comedor, el exhibidor de producto por una vitrina sin cristal y las luces técnicas empotradas por lámparas colgantes sin pantalla de bombilla de bulbo transparente.
Las líneas oblicuas, comúnmente utilizadas para describir tejados a dos aguas, se han utilizado en este local para rematar los perfiles de los dos recintos íntimos del establecimiento: el lavabo y el almacén. Así se ha creado, mediante el juego de perspectivas, la silueta de una casa. Asimismo y sobre las paredes laterales del local, angulosas sombras de grises superpuestas entre sí atenúan el contraste y sirven de transición visual entre los blancos planos verticales y los techos de vuelta catalana que ya aquí en tonos de profundo gris realzan la altura y elegancia del conjunto
Por último, los lava cabezas,  que por funcionalidad no deben asemejarse a ninguna pieza de mobiliario doméstico, se ubican al fondo del local, flanqueados por una pared sobre la cual la cliente, iluminando cuidadosamente dos ampliaciones en blanco y negro de Sofía Loren y Macello Mastroianni, ha querido hacer un elegante guiño a sus orígenes, a la atemporalidad de la belleza en ambos géneros, y a una época en la cual teníamos tiempo para visitarnos en casa y dejarnos cuidar.
Para más información visiten: Egue & Seta















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