jueves, 12 de septiembre de 2013

El Castillo: una bodega modelada por la tierra, el tiempo y por el arquitecto Fernando Moral.

“Solo el tiempo será quien construya esta obra que nunca finalizará”. Así define el arquitecto Fernando Moral Andrés, de Moral Arquitectura, su actuación en la Bodega El Castillo, ubicada en Moratinos (Palencia). Una cuidadosa y sugerente intervención que ha supuesto la conversión de este espacio bicentenario en restaurante y que cuenta con dos “partners” de excepción: el tiempo y la propia acción de la naturaleza.

“Este proyecto busca definir una suma de sensaciones. La obra se debe a la tierra ya que la galería vieja ya estaba ahí, siempre estuvo ahí. Solo la mano transformó el interior de la colina”. Esta secuencia de frases, surgida de la memoria del propio arquitecto, explica el pequeño milagro realizado en la bodega El Castillo.
La bodega se sitúa en una población eminentemente rural, de veinte habitantes, pero con un censo extrañamente multinacional. Es el trabajo de una familia, de unas personas, de una vida… que también han aportado su trabajo a esta adecuación.
El proyecto desarrolla la reforma y adecuación de esta bodega “bicentenaria” en restaurante. La antigua galería subterránea acoge el comedor principal y en el bloque nuevo se disponen la zona de bar, cocinas y las dependencias auxiliares.
La actuación busca construir la continuidad de sensaciones entre todos los espacios del complejo. La colina que alberga la obra está formada en su totalidad por tierra extremadamente compacta, cual roca parda, lo que aporta unas condiciones energéticas óptimas. La bóveda vieja fue excavada y tallada totalmente a mano, siendo este hecho determinante en todo el proceso.
En el cuerpo contemporáneo se utilizó un hormigón tintado con un acabado extremadamente labrado en toda su superficie. Dentro del mismo, se empotraron listones de madera pobre, vistos y destinados a pudrirse, capturando de esta forma el transcurrir real de los días… De este modo se han querido construir las intuiciones previas.
El resultado sólo ha sido posible con el trabajo continuo, exhaustivo y experimental a lo largo de toda la ejecución. Todo hecho in–situ. “Todos hemos empleado las manos (¡hazlo tú mismo!), también los propietarios han intervenido en todas las fases, incluso la química…” señala Fernando Moral.
Para remarcar: “Pero la obra se debe a la tierra, que la engendra y la protege. Una materia dura, firme, grave… marcada por la presión, el clima y el tiempo”.
Para más información visiten: Moral Arquitectura







No hay comentarios:

Publicar un comentario