Si uno tiene la suerte de poder construirse una casa frente a un lago, ¿quién sería capaz de ignorarlo? El estudio Arthur Casas por supuesto que no. Ante la oportunidad de proyectar una casa en tales circunstancias, no sólo lo ha aprovechado sino que ha buscado que la edificación moleste lo menos posible.
La horizontalidad es una de las protagonistas de este proyecto situado en Itu (São Paulo) y destinado a una pareja con niños.
Pese a contar con dos plantas, la vivienda se extiende a lo largo más que a lo alto, pareciendo desde la lejanía que consista en un único nivel.
La planta se ha diseñado en forma de L, dividiendo el espacio en dos volúmenes y siendo la entrada el punto donde ambos convergen.
El área principal es para el salón, una sala de estar privada y la habitación de los niños. La segunda planta es para la habitación principal y un gimnasio.
El volumen más pequeño está destinado a la cocina, el comedor, las áreas de servicio y, ya en el piso de arriba, las habitaciones para los invitados.
El otro gran protagonista en el diseño es la búsqueda del exterior. La casa intenta abrirse al máximo posible al jardín y el pequeño lago de la parte trasera.
El salón principal es el gran beneficiado. La fachada se ha sustituido por unos grandes ventanales correderos que se escoden en los muros, convirtiendo esta zona en un gran porche.
Dos factores contribuyen a lograr este efecto. Por una parte, el hecho de que la madera de los suelos, tanto fuera como dentro, se funda gradualmente. Y por otra parte, la pérgola que sale del salón, que aumenta la sensación de estar en una casa abierta. Ésta, además, ayuda a crear el efecto longitudinal de la vivienda.
En la segunda planta, una terraza recorre el perímetro. Se puede acceder desde el exterior a través de una escalera situada en los muros de la fachada trasera. Estos, por cierto, también acogen la zona de la piscina.
Para abrir la casa al exterior, el estudio brasileño también ha optado por dejar que la naturaleza entre en ella. La madera de algunos suelos y techos aportan un aspecto rústico que rompe con el estilo moderno del resto de la casa, caracterizado por el uso del blanco en las paredes, el empleo del mármol y líneas minimalistas.
Otro elemento es el tronco que sustituye a uno de los pilares del salón principal. El estudio, además, ha integrado en la arquitectura un árbol de Ipé, uno de los símbolos de Brasil y el cual, en época de flor, ofrece un espectáculo de colores. El árbol, al igual que la escalera exterior, forma parte de la fachada trasera.
Los colores de la madera y los tonos ocres de la fachada también buscan integrar la casa con la naturaleza, así como los bloques de piedra que conforman uno de los laterales de la piscina.
Para más información visiten: Studio Arthur Casas
Imágenes: Fernando Guerra
Vía: diarioDESIGN
No hay comentarios:
Publicar un comentario