Susana Aristoy y Filena Di Tommaso, cabezas del estudio de arquitectura catalán La Petita Dimensió, se han encargado de transformar el local donde ahora está Ikra, un espacio que sirve de restaurante, bar, lugar de copas y música en vivo. De ahí el reto: conseguir un interiorismo que se adapte a cualquier hora del día.
Y lo han logrado. Lo que antes era un restaurante en los bajos de un edificio de oficinas del Eixample de Barcelona ahora es un espacio flexible con una imagen fresca y diferenciada gracias a detalles como los dos grandes ojos que presiden una de las paredes. Realizada por Albert Álvarez, uno de los artistas al frente de Dbòlit, se trata de un mural hechos a base de capas de rejilla superpuesta.
La fórmula para conseguir que este espacio de 150 metros cuadrados funcione todo el día pasa por la elección de un mobiliario, unos materiales, unos colores y una iluminación que se adapten a cualquier ambiente. La Petita Dimensió, por cierto, se ha encargado del diseño del mobiliario utilizando básicamente acero, rejilla deployé y tableros de contrachapado barnizados.
La sala se organiza a partir de mesas de 80×80 con otras de formas curvas irregulares. Con ello se obtienen dos cosas: estéticamente evitan la repetición de mesas cuadradas y funcionalmente sirven para grupos o trabajo. Dentro del mobiliario destaca también el gran sofá de gajos longitudinal que funciona como asiento para las mesas.
Por otra parte, se ha dividido el local en dos partes, siendo la más pequeño un salón reservado para grupos. Ambos están separados por una mampara de vidrio y madera que se pliega cuando se quiere unir ambas partes. También hay un banco de madera convertible en escenario. El espacio vacío que queda se aprovecha como sala de baile.
Si bien la reforma ha sido completa, se han conservado elementos útiles del antiguo restaurante como la barra de madera de contrachapado, sólo que con diferente color e iluminación. Y también se han readaptado otros. Por ejemplo, la cabina cilíndrica para el DJ. Antes estaba en un pequeño altillo conectado a la sala por una ventana separando a su vez la sala con las zonas de servicio (cocina y baños). Ahora, se ha vaciado el interior de este cilindro y en las paredes interiores se han montado unos estantes que hacen de botellero, iluminados con leds regulables según la hora del día.
De cara a conseguir una iluminación versátil también se ha recurrido a otros recursos. Por ejemplo el panel rectangular de mimbre natural de encima de la barra. De día es una textura opaca y natural pero de noche se retroilumina a través de las cañas.
La fachada también ha sido radicalmente modificada. Se ha sustituido el escaparate liso de vidrio por una carpintería de cristal y acero barnizado. Con ello se gana más luz natural, han abiertos ventanas al exterior y sirve como soporte para los carteles del menú y la agenda de conciertos, así como la barra interior para quienes quieren comer mirando a la calle. Por último han construido una gran bancada para poder sentarse en el exterior.
Para más información visiten: La Petita Dimensió, Ikra, Dbòlit
Vía: diarioDESIGN
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