Ett Hem es su casa en Estocolmo. Una casa a precio de hotel. Literalmente, pues su objetivo es que los huéspedes se sientan en su propio hogar. “Pueden encender la televisión del salón, coger prestado nuestro coche o sacar a pasear al perro”, asegura Jeanette Mix, la dueña del negocio. Con el valor añadido de que no es Una Casa (traducción de Ett Hem) cualquiera. La vivienda guarda un pasado que puede contemplarse a través de los objetos y figuras de arte que han perdurado en sus cien años de historia.
De hecho, casi podríamos decir que, más que un hotel ocupado por huéspedes, está ocupado por arte. Esto se debe a sus orígenes. Diseñada por el arquitecto Fredrik Dahlberg, la casa perteneció a un oficial del gobierno y a su esposa, que sentía devoción por Karin Larsson, la mujer del artista sueco Carl Larsson y a su vez una gran coleccionista de objetos, muebles, alfombras y figuras. La propietaria de Ett Hem le fue a la zaga y acabó llenando la casa de objetos preciosos.
Ett Hem es una casa ecléctica. La pasión de su antigua propietaria por el coleccionismo y las piezas introducidas por la nueva dueña y Studioilse provocan la convivencia de muebles antiguos y piezas de diseño actuales.
La vivienda refleja el espíritu de su época. La influencia de la artesanía, por ejemplo en las chimeneas de cerámica, y la funcionalidad del diseño escandinavo. Al mismo tiempo, la presencia de los objetos de arte mantiene el espíritu original de la casa.
Si bien se trata de un hotel, el lenguaje del diseño se corresponde con el de una residencia privada. Detrás de la fachada de ladrillos rojos, el interior presenta la dualidad típica de las casas escandinavas. Madera oscura y robustez para las zonas públicas. Luminosidad veraniega y baños de luz, tan presentes en las obras de Carl Larsson por cierto, para las zonas privadas.
Los materiales empleados por Mix e Ilse Crawford, de Studioilse, son muy táctiles: piel, terciopelo, latón, madera…
Ahora bien, en Ett Hem los detalles humanos son igual de importantes que las piezas de arte y el diseño. El hotel, de doce habitaciones, quiere ofrecer confort y sensación de familiaridad. Una chimenea encendida recibe a los huéspedes en invierno nada más cruzar la puerta, las flores del jardín decoran las mesas, puede comerse un sándwich preparado por usted mismo en uno de los confortables bancos de la cocina y si quiere darse un baño, le espera la bañera de mármol.
El hotel, que puede reservarse entero, dispone de bar, una biblioteca, un pequeño spa con sauna y gimnasio y una pequeña casita de cristal en el jardín que puede utilizarse tanto para disfrutar de una comida como celebrar una fiesta.
Para más información visiten: Ett Hem, Studioilse
Vía: diarioDESIGN
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