La porcelana es un producto cerámico tradicionalmente blanco, compacto, duro y translúcido. Desarrollado por los chinos en el siglo VII u VIII e históricamente muy apreciado en occidente, pasando un largo tiempo antes de que su modo de elaboración fuera reinventado en Europa.
La porcelana se obtiene a partir de una pasta muy elaborada compuesta por caolín, feldespato y cuarzo. El proceso de cocción se realiza en dos etapas. La primera corresponde a la obtención del bizcocho (850-900 °C) y la segunda corresponde al vidriado (a temperaturas que varían según el producto entre 1175 y 1450 °C). La porcelana se suele decorar en una tercera cocción (tercer fuego) con pigmentos que se obtienen a partir de óxidos metálicos calcinados.
La tipología de la porcelana es muy amplia: porcelana de alto fuego, porcelana de huesos (bone china), porcelana técnica, porcelana eléctrica, porcelana de Paros, etc.
El nombre de porcelana se debe a una confusión. La palabra porcelana viene del italiano porcella, nombre italiano del cauri, molusco, cuya concha es blanca y muy estimada y que en algunos lugares de Oriente se utilizaba como moneda. Cuando Marco Polo regresó de su viaje y escribió sus memorias, comentó sobre la belleza de la cerámica china y al mismo tiempo contó que sacaban muchas de estas conchas o porcelanas del mar. Como hasta el momento la fórmula seguía siendo un misterio, pensaron que tal vez esa cerámica estaba hecha con la concha nacarada del molusco llamado porcelana. Y con ese nombre se quedó.
Su origen está en China, en la época de la dinastía Shui (581-617) y tuvo gran impulso en los años siguientes, del 618 al 906, en la época T’Ang. La tradición cuenta que fue Marco Polo quien habló por primera vez sobre este tipo de cerámica, pero hasta mediados del siglo XIV no se dieron las primeras importaciones comerciales en Europa.
Desde su descubrimiento hubo muchos intentos por averiguar la fórmula de su fabricación. En los años siguientes se intentó imitarla con una falsa porcelana utilizando el vidrio lácteo. En tiempos de los Médicis, en el Renacimiento se consiguió una pasta artificial llamada frita, un compuesto elaborado con caolín y silicatos de cuarzo vidrioso, con un acabado que consistía en una cobertura de esmalte con mezcla de estaño, como en la cerámica mayólica. Es lo que se conoce como cerámica blanda o tierna que es blanca, compacta, ligera y traslúcida. En Inglaterra se llegó a alcanzar una gran calidad en este tipo de porcelana, esencialmente fina y ligera. La composición de esta cerámica es:
Caolín
Frita vidriosa
Polvo de alabastro y de mármol
Óxidos: de potasio, de aluminio y de magnesio
Esmalte de estaño (sólo en época de los Medici)
Entre 1708 y 1709, se descubre en Europa la forma de fabricación de la verdadera porcelana, conocida como porcelana dura. El alquimista (químico) alemán Friedrich Böttger en la corte de Dresde, bajo el gobierno de Augusto II, elector de Sajonia y rey de Polonia, consiguió una fórmula cuyo resultado se aproximaba mucho a la cerámica china. Extrajo una tierra fina y grisácea de las minas de Kolditz, el caolín. Utilizó también alabastro calcinado y feldespato. Con esta fórmula consiguió la porcelana pero el secreto de la elaboración no terminó ahí sino en la manera de llevar a cabo la cocción a una temperatura inusual de 1.300 a 1.400 grados y durante doce horas seguidas. Fue un éxito rotundo y en 1710 el propio Böttger fundó una fábrica en Meissen (Sajonia) que rodeó de gran misterio y secreto. Sólo algunos de los empleados conocían la fórmula y los métodos. Pero al cabo del tiempo algunos de esos técnicos se trasladaron a Viena, Venecia y Nápoles, donde fueron a su vez fundando otras fábricas de porcelana. Mientras tanto, Europa era surtida de porcelana auténtica por otras vías, ya que la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, entre otras sociedades mercantiles, se encargaba de importar estos artículos de lujo para el mercado occidental producidos, sin embargo, masivamente para su exportación en la ciudad china de Jingdezhen.
En Nápoles se fundó la fábrica de Capodimonte en la época en que Carlos VII de Borbón (futuro Carlos III de España) gobernaba el reino; cuando llegó a España fundó una fábrica de porcelana al estilo de la que conoció en Nápoles: Real Fábrica de porcelana del Buen Retiro.
En Francia, en la ciudad de Sèvres, cerca de París, existía una fábrica de porcelana blanda que en 1760 pasó a llamarse Manufactura Real y en 1768 empezó a producirse la porcelana dura. En este mismo siglo el marqués de Sargadelos, (natural de Ferreira de Oscos en Asturias), viajó hasta tierras de Lugo para crear una fábrica de porcelana que supuso el primer alto horno del sur de Europa. La fábrica subsiste en el siglo XXI y ha sido ampliada y remodelada con arreglo a las técnicas modernas.
La materia prima con que se elaboran las porcelanas es un compuesto de los siguientes minerales, mezclados en proporciones adecuadas:
La porcelana se obtiene a partir de una pasta muy elaborada compuesta por caolín, feldespato y cuarzo. El proceso de cocción se realiza en dos etapas. La primera corresponde a la obtención del bizcocho (850-900 °C) y la segunda corresponde al vidriado (a temperaturas que varían según el producto entre 1175 y 1450 °C). La porcelana se suele decorar en una tercera cocción (tercer fuego) con pigmentos que se obtienen a partir de óxidos metálicos calcinados.
La tipología de la porcelana es muy amplia: porcelana de alto fuego, porcelana de huesos (bone china), porcelana técnica, porcelana eléctrica, porcelana de Paros, etc.
El nombre de porcelana se debe a una confusión. La palabra porcelana viene del italiano porcella, nombre italiano del cauri, molusco, cuya concha es blanca y muy estimada y que en algunos lugares de Oriente se utilizaba como moneda. Cuando Marco Polo regresó de su viaje y escribió sus memorias, comentó sobre la belleza de la cerámica china y al mismo tiempo contó que sacaban muchas de estas conchas o porcelanas del mar. Como hasta el momento la fórmula seguía siendo un misterio, pensaron que tal vez esa cerámica estaba hecha con la concha nacarada del molusco llamado porcelana. Y con ese nombre se quedó.
Su origen está en China, en la época de la dinastía Shui (581-617) y tuvo gran impulso en los años siguientes, del 618 al 906, en la época T’Ang. La tradición cuenta que fue Marco Polo quien habló por primera vez sobre este tipo de cerámica, pero hasta mediados del siglo XIV no se dieron las primeras importaciones comerciales en Europa.
Desde su descubrimiento hubo muchos intentos por averiguar la fórmula de su fabricación. En los años siguientes se intentó imitarla con una falsa porcelana utilizando el vidrio lácteo. En tiempos de los Médicis, en el Renacimiento se consiguió una pasta artificial llamada frita, un compuesto elaborado con caolín y silicatos de cuarzo vidrioso, con un acabado que consistía en una cobertura de esmalte con mezcla de estaño, como en la cerámica mayólica. Es lo que se conoce como cerámica blanda o tierna que es blanca, compacta, ligera y traslúcida. En Inglaterra se llegó a alcanzar una gran calidad en este tipo de porcelana, esencialmente fina y ligera. La composición de esta cerámica es:
Entre 1708 y 1709, se descubre en Europa la forma de fabricación de la verdadera porcelana, conocida como porcelana dura. El alquimista (químico) alemán Friedrich Böttger en la corte de Dresde, bajo el gobierno de Augusto II, elector de Sajonia y rey de Polonia, consiguió una fórmula cuyo resultado se aproximaba mucho a la cerámica china. Extrajo una tierra fina y grisácea de las minas de Kolditz, el caolín. Utilizó también alabastro calcinado y feldespato. Con esta fórmula consiguió la porcelana pero el secreto de la elaboración no terminó ahí sino en la manera de llevar a cabo la cocción a una temperatura inusual de 1.300 a 1.400 grados y durante doce horas seguidas. Fue un éxito rotundo y en 1710 el propio Böttger fundó una fábrica en Meissen (Sajonia) que rodeó de gran misterio y secreto. Sólo algunos de los empleados conocían la fórmula y los métodos. Pero al cabo del tiempo algunos de esos técnicos se trasladaron a Viena, Venecia y Nápoles, donde fueron a su vez fundando otras fábricas de porcelana. Mientras tanto, Europa era surtida de porcelana auténtica por otras vías, ya que la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, entre otras sociedades mercantiles, se encargaba de importar estos artículos de lujo para el mercado occidental producidos, sin embargo, masivamente para su exportación en la ciudad china de Jingdezhen.
En Nápoles se fundó la fábrica de Capodimonte en la época en que Carlos VII de Borbón (futuro Carlos III de España) gobernaba el reino; cuando llegó a España fundó una fábrica de porcelana al estilo de la que conoció en Nápoles: Real Fábrica de porcelana del Buen Retiro.
En Francia, en la ciudad de Sèvres, cerca de París, existía una fábrica de porcelana blanda que en 1760 pasó a llamarse Manufactura Real y en 1768 empezó a producirse la porcelana dura. En este mismo siglo el marqués de Sargadelos, (natural de Ferreira de Oscos en Asturias), viajó hasta tierras de Lugo para crear una fábrica de porcelana que supuso el primer alto horno del sur de Europa. La fábrica subsiste en el siglo XXI y ha sido ampliada y remodelada con arreglo a las técnicas modernas.
La materia prima con que se elaboran las porcelanas es un compuesto de los siguientes minerales, mezclados en proporciones adecuadas:
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