A punto de cumplir 112 años, el mítico teatro barcelonés El Molino se reinaugura de nuevo y estrena remodelación, firmada por el estudio de arquitectura BOPBAA (Josep Bohigas, Francesc Pla e Iñaki Baquero) con interiorismo de Fernando Salas. Luce una nueva fachada ondulada que le aporta mayor visibilidad y verticalidad, incorpora las últimas soluciones tecnológicas, destaca por la iluminación de un interior escueto, personal y con aires futuristas.
El Molino ha sido teatro de referencia e icono del Paralelo, institución cultural y sentimental de Barcelona, patrimonio histórico-artístico de la ciudad... Este espacio mítico, que evoca una forma de entender y vivir el espectáculo, se inauguró en 1899 como La Pajarera Catalana. En 1908 cambió su nombre por el de Petit Moulin Rouge, en referencia al famoso music hall parisino. En 1929, coincidiendo con la Exposición Internacional de Barcelona y con la llegada de un elevado número de visitantes, se incorpora a su fachada el conocido molino, como reclamo decorativo y publicitario. Y en 1939, la llegada del franquismo obligó a cambiar su nombre por el definitivo de El Molino.
El local se mantuvo en funcionamiento sin demasiados cambios hasta noviembre de 1997, año en el que cerró por quiebra. Poco después, los antiguos propietarios iniciaron un proyecto de remodelación integral que no prosperó y dejó muy dañada su decoración interior, haciendo inviable su reconstrucción. En 1997 la empresaria Elvira Vázquez compró el local e inició su largo proceso de recuperación, liderado por el estudio BOPBAA que ha tenido hasta... 19 anteproyectos. Algunos de ellos le aportaban locales de ensayo, escuela de danza o residencia de estudiantes de música y teatro, e incluso se estudió la posibilidad de convertir El Molino en el Petit Liceu, vinculando su gestión y programación con el Liceo de la Rambla.
El proyecto definitivo, empezado a gestar en 2006, es la solución que más se parece (en programa y espacio) a la disposición original del histórico café-concierto, ideada en 1913 por el arquitecto modernista Manuel J. Raspall, remodelado y ampliado en 1929 por Josep Alemany. El Molino, pues, era básicamente en 2006 una fachada (que aún mantenía su carácter icónico) y un interior que, desgraciadamente había desaparecido.
La remodelación actual se inicia con dos premisas: la recuperación de la fachada-collage (Raspall + Alemany) y la transformación de la arquitectura interior, de modo que incorpore nuevos usos sin pereder sus inmejorables condiciones atmosféricas. Estas exigencias han provocado que el nuevo El Molino crezca por todos lados, menos por el de la fachada principal, respetando el protagonismo del molino.
Por debajo, crece en un sótano donde se ubica la cocina, conectada con la platea y los dos anfiteatros a través del montacargas. En planta baja crece bajo el edificio vecino de la calle Vilà i Vilà (donde se ubica el bar) y bajo el edificio vecino de la calle Roser (donde se ubican los camerinos). Sobre la calle Roser, el edificio crece en voladizo con la única escalera del edificio, liberando al máximo las reducidas superficies del café-concierto. Y finalmente crece en altura para ubicar los programas de coctelería, sala de ensayo y las dos plantas superiores dedicadas en su totalidad a la maquinaria de las instalaciones. Este crecimiento es el más visible de todos y se fundamenta principalmente en el desarrollo del programa, así como en una adaptación a la volumetría general del apisaje urbano del entorno, reconstruyendo el perfil del Paralelo.
La recuperación de la fachada, de su molino y del movimiento de sus aspas iluminadas, ha sido uno de los objetivos principales de la remodelación. La nueva volumetría se sobrepone a la actual, respetando la preponderancia indiscutible de la fachada histórica. De este modo, el volumen edificado por encima del actual no ocupa toda la planta posible, sino que se retrasa 6 metros del plano de fachada principal para no interferir en exceso con el movimiento de las aspas.
El proyecto de la nueva fachada es el resultado de la suma de tres etapas que abarcan más de 100 años de historia: Raspall - Alemany - BOPBAA. Así, en ella pueden leerse las tres superposiciones que responden a las necesidades representativas y técnicas de cada época, construyendo un collage urbano que simboliza la historia de un proceso.
La posición retrasada de la nueva fachada, construida a base de lamas metálicas con LEDs, hace que aparezca una terraza justo detrás de las aspas, y ésta provoca la ubicación de una pequeña coctelería interior. Esta nueva fachada exterior supone un espectacular soporte para amplificar su presencia durante la noche, coordinando el movimiento de las aspas iluminadas del molino.
El interior del café-concierto es el espacio que queda atrapado entre estas dos formas, provocando una verticalización vertiginosa. Conceptualmente, el nuevo Molino es una tramoya de telones que cuelgan de la cubierta. La estructura (Robert Brufau, BOMA) se ha concebido de arriba a abajo, previendo la necesidad de liberar de pilares la totalidad de la superficie de la platea. la calificación y su uso previsto es el de café-concierto, el que estrictamente se ha mantenido a lo largo de sus más de 100 años de existencia. Su limitado aforo (230 personas) ha provocado que el modelo de negocio fuera más allá del espectáculo de noche, buscando otras fórmulas como acoger actividades y espectáculos de pequeño formato en un ambiente de proximidad con el espectador que facilite la comunicación y la complicidad, mientras éste se toma una copa o incluso come.
Así, se ha pensado que las nuevas instalaciones puedan acoger una oferta diversa y variada, que se combina y alterna con actividades complementarias. Un local multiuso, equipado como un plató, con una platea transformable y dos pequeños anfiteatros, donde la tecnología y la luz son las infraestructuras técnicas y ambientales que permiten tal diversidad de usos.
El protagonista más visible de todo el proyecto es sin duda la "lengua" roja que se desarrolla en toda la sección del interior de la sala. La fachada interior de El Molino (como en la mayoría de los espacios escénicos) es la boca de escenario que se prolonga 27 metros en altura hasta contactar con la fachada exterior. La sala queda entre estas dos fachadas onduladas otorgando una insólita relación con el exterior, y una verticalización que hace de El Molino uno de los teatros más altos del mundo, a pesar de ser uno de los más pequeños. Esta exgeración dimensional forma parte de la nueva imagen del café-concierto. También permite explorar inmejorables condiciones acústicas, ya que toda ella es de Pladur perforado, que evita reverberaciones y permite una buena audición directa y una fácil adaptación electroacústica.
El proyecto de interiorismo, obra de Fernando Salas, alberga muchas sorpresas técnicas y de iluminación que ayudan a concebir un nuevo modo de realizar espectáculo. La estética de este nuevo Molino se puede relacionar mucho mejor con lo futurista que con lo retro. Su realización parte del diálogo entre el proyecto arquitectónico de BOPBAA y la propuesta de interiorismo de Fernando Salas hasta llegar a imprimir un nuevo carácter al espacio basado en el respeto estético y funcional.
En el interior, la luz protagonista gracias a las aplicaciones con LEDs y los diversos juegos de color que asume la iluminación. La caja interior, no decorada y limpia, se ilumina con fórmulas muy diversas y toma protagonismo incluso más allá del escenario, si el espectáculo lo requiere.
El proyecto de interiorismo de platea y anfiteatros tomó, como principio, la subordinación de los materiales decorativos ostentosos y visibles en favor de un espacio oscuro con elementos puntuales, como los laterales retroiluminados que posibilitan el control del cromatismo y la intensidad lumínica para el uso del espacio. De esta manera, se subordina la decoración al servicio del espectáculo, tanto en el propio escenario como en su entorno.
El vestíbulo de acceso queda configurado por la carpintería original de la fachada con sus cristales emplomados, puertas de acceso a platea, taquilla y videowall. Cabe destacar la cromatidad del marco escénico dorado retroiluminado, que genera un halo de luz difusa. En la sala de platea se han estudiado varias configuraciones del uso de la sillería. La sala de platea incorpora una barra de bar acabada en mármol negro y un frente botellero con estantes de cristal iluminados por el canto. Los anfiteatros recortan el espacio central con su barandilla retroiluminada que, de forma controlada, cambia su color visible a través de sus perforaciones, a la vez que su mesa longitudinal se ve iluminada indirectamente.
El Golden Bar es la coctelería situada en la planta tercera, independiente de la sala principal. Sus revestimientos de gresite dorado arropan con sus brillos a una barra prismática de mármol negro iluminada cenitalmente de forma sutil. Complementan el espacio un mural fotográfico de Josep Ribas, con la imagen en blanco y negro de la vedette Christa Leem, y un listado en tipografía dorada recordando todos los personajes que históricamente actuaron en el antiguo Molino.
Dos paramentos laterales aplacados en cerámica negra soportan dos siluetas de plancha dorada de gran dimensión que, a modo homenaje, recuerdan las figuras de Camen Amaya y Joséphine Baker. Estos paramentos laterales son dos celosías metálicas a modo de librillo retroiluminadas con LEDs susceptibles de variar en intensidad y color que iluminan la estancia de doble altura. Integrado en este espacio doble se ubica una sala polivalente acristalada que comunica visualmente con el Golden Bar. Un gran sofá tapizado en capitoné rojo, unas mesas y unos pufs completan la decoración del Golden Bar.
Por último, la sala de ensayos, ubicada en la cuarta planta cuarta, es toda blanca y se beneficia de ser el espacio más luminoso del edificio gracias a dos grandes huecos en fachada que aportan toda la luz natural. Equipada con un pavimento técnico indicado para la danza unas paredes aplacadas en lamas lacadas en blanco y un gran mural de espejo que incorpora una barra de ensayo. Tras este paramento de espejo se encuentran los vestuarios, generosos en iluminación y servicios.
Nada mejor que las palabras de los arquitectos responsables de la renovación, el estudio BOPBAA, para expresar y resumir este singular proyecto: "El teatro que se ha inaugurado es un primer paso después de trece años de emociones compartidas. Los arquitectos y técnicos de la obra iremos despareciendo de la escena y aparacerán los artistas que le darán vida, y tras ellos otros y otros... Nuestro trabajo esperamos que se lea en esta clave de suma y sigue, que inició hace más de cien años el arquitecto Raspall, construyendo un pequeño teatro modernista. Luego le pusieron un molino, luego lo transformaron, después lo destruyeron y nosotros hemos tenido la suerte de reinterpretarlo con la esperanza de que quien lo vea reconozca el maravilloso collage de telones de diferentes épocas y de diferentes necesidades que el proyecto representa."
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