La fachada, aunque abierta a la sala de espera, tiene un filtro visual con una celosía de madera. La entrada está marcada por un pórtico ebonizado, lo que garantiza la sorpresa al pasar de esta a la sala más alta. El enrejado se diseñó a partir de un patrón utilizado en la arquitectura tradicional japonesa, y se hizo pieza por pieza con madera, componiendo módulos incrustados y pegados.
Durante el día, la luz natural atraviesa por la parte delantera y por la cubierta en la parte inferior, revelando el paisaje de la laguna, las montañas y el cielo. En la noche, la iluminación escénica enfatiza cada mesa, haciendo un gradiente hacia el techo de grafito.
El interior es como una caja de cemento quemado. Una pared curva, también en cemento, define el piso elevado y el sofá que abarca la parte central de la habitación. El piso se conforma de tablones de pino viejos reutilizados, y revestimiento de yeso con diseño de sonido sofisticado. Los materiales naturales están presentes donde se tocan, en mesas y sillas de madera, en el cuero de los sofás y, junto con la iluminación, de día o de noche, dan como resultado un ambiente sereno y acogedor.
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