Con la inspiración en el ciclo del cultivo del salmón -principal materia prima utilizada en la producción del restaurante- la propuesta fue crear una base sobria, proyectada para ser coadyuvante entre las texturas que cargan la esencia de la nueva identidad. Las cintas de neón en tono ámbar, elemento destacado en todo el restaurante, hacen alusión al color de las huevas de los peces y las 405 botellas suspendidas por encima del bar, a la incubación de las mismas.
Las chapas de acero carbono oxidadas de la recepción y del buffet representan el período en que el salmón se desarrolla en agua dulce, dentro de tanques metálicos. Las 12 jaulas de mallas metálicas suspendidas sobre el pasillo principal representan el período de engorde, en el que el salmón se desarrolla en agua salada, en viveros flotantes en el mar.
El principal desafío relacionado con el diseño del restaurante fue acomodar la capacidad de los usuarios solicitada por el cliente. A fin de crear un flujo y una lógica espacial más organizada, transfirieron el acceso principal del restaurante a lo que antes se tenía como un acceso de servicios. De esta forma, organizaron los usos a través de una circulación bien definida, que articula dos zonas principales. A la izquierda de la circulación se colocaron la recepción, bar, espacio para niños y baños y, a la derecha se encuentran los dos salones de comida (interno y externo), buffet, cocina, y depósito en el entresuelo.
La fachada es discreta y sugiere un ambiente más íntimo, típico de la cultura japonesa. En ella predomina la malla de acero oxidada en contraste con tonos oscuros, vegetación e iluminación indirecta. Los materiales utilizados y la iluminación confieren al restaurante una identidad fuerte y elegante, con una atmósfera íntima y despojada al mismo tiempo.
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