Ubicada en el Edificio Alba, un emblemático enclave residencial en el centro de Murcia, los propietarios de esta vivienda contactaron con la arquitecta Laura Ortín para que, a través del diseño, sacara el mejor partido posible a los 95 m² del piso y a sus luminosos interiores. Explica la arquitecta que “el proceso creativo consistió en una nube de tags, palabras extraídas de nuestra primera reunión, para que los clientes tuvieran su lista de deseos clara”.
Estética y funcionalmente, el nuevo interior está marcado por la fuerte personalidad de un volumen suavemente curvilíneo que separa la zona de día, con un concepto abierto, de la de noche, compartimentada de manera más tradicional. Lejos de ser un tabique convencional, este elemento tiene el suficiente fondo para dar cabida a dos funciones: cocina y mueble de la sala de estar donde todo son puertas y armarios camuflados para conseguir una integración total en el mobiliario de la casa.
La línea curva.
La apuesta por la línea curva es un tema muy cercano al trabajo de la arquitecta que la utiliza en sus diseños como un recurso arquitectónico capaz de resolver problemas de espacio y distribución. “Por lo general, explica, me gustan que las separaciones de estancias muy diferentes de uso (salón-habitación) sean gruesas y tengan utilidad más allá del mero tabique, por ello siempre les doto de programa, armarios, muebles estar, cocina, etc.”
En la zona más privada, que acoge una suite con baño propio, dos dormitorios y un segundo cuarto baño, se han esponjado los espacios y se ha reducido la longitud del pasillo al mínimo. Para crear el ambiente diáfano de la sala principal, se eliminaron los tabiques existentes de la cocina y el comedor, y, como consecuencia, el tramo de pasillo que quedaba entre ambos y arrancaba en la puerta de entrada.
Para conseguir un interior con más altura, se elevó el techo y se limpió la estructura del ladrillo que la recubría, dejándola a la vista y protegiéndola con pintura ignífuga. Además, el pilar empresillado, que ocupaba el doble en ladrillo, permite recrear una galería ya que las ventanas pueden abrirse 180º.
Estética minimalista.
La estética minimalista de la vivienda responde al deseo de los propietarios “de tener una casa llena de detalles ocultos, un espacio limpio, sin elementos superfluos“. El gris, el blanco y la madera se van transportando por toda la vivienda dependiendo de la estancia. La única concesión a un color fuera de esta gama es el rosa que sirve para “señalizar” la habitación infantil.
Concluye la arquitecta Laura Ortín que “cada reforma pertenece en última instancia a sus usuarios, por eso el proyecto renuncia a otros colores o materiales de manera consciente y radical, así como a elementos disonantes que puedan entorpecer el concepto de lo sublime que aquí se persigue, se busca, se necesita…”.
Para más información visiten: Laura Ortín Arquitectura
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