Si hablo de paredes lacadas, seguramente imaginamos salones súper lujosos, estancias palaciegas… El glamour cobra una nueva dimensión en los interiores domésticos cuando estas superficies hacen acto de presencia. A priori, puede que no encaje en nuestros planes decorativos optar por este tipo de acabado. Pero sin duda abren la puerta a una forma fascinante de vestir los ambientes domésticos. Aunque de momento solo sea una forma de soñar. Le invito a saber más acerca de ellas.
Las paredes lacadas logran como por arte de magia que los interiores se vuelvan sumamente sofisticados. La elegancia se duplica en cualquier habitación donde aparecen. Son superficies acharoladas, resplandecientes, casi auténticos espejos. Su presencia es una apuesta arriesgada, pero cien por cien singular para diferenciar la decoración de nuestros espacios contemporáneos. Una manera fantástica de evocar movimientos y corrientes que en su momento pusieron de moda este acabado. Y no solo en paredes, también en muebles y objetos.
Paredes lacadas: una mirada a los años 60
Las paredes lacadas fueron un auténtico descubrimiento para el mundo del interiorismo de los años 60. Revolucionaron la decoración con su estética fastuosa. Desplegaron un concepto del lujo que duplicaba su intensidad. Sus colores intensos y de una fuerza cautivadora sin precedentes cautivaron a decoradores e interioristas. Negros dramáticos, rojos sangre, marrones chocolate, verdes resplandecientes… Por tanto, de la mano de las paredes lacadas nacía una paleta cromática sugerente y provocadora a partes iguales. Una fórmula que descubría un mundo de tonalidades exclusivas para lucir sobre muros, suelos y techos.
Pues bien, las paredes lacadas han vuelto a la decoración contemporánea y al diseño de interiores. Su papel actual es permitir explorar efectos y crear ambientes realmente fascinantes. Por cierto, también pueden ir de la mano de la creatividad. Incluso en nuestros ámbitos domésticos si se saben compensar y equilibrar con otros acabados y colores más serenos. La propuesta suena de lo más tentadora, sobre todo cuando queremos materializar la idea de introducir lujo en las habitaciones de casa sin renunciar a nuestro estilo, por supuesto.
En la cocina, el salón o el baño ¿por qué no?
Colores planos y acabados oro, grandes aliados
Ahora bien, no todo es lujo y fascinación cuando pensamos en las paredes lacadas como una propuesta a conquistar para nuestros espacios domésticos. También poseen otras cualidades más funcionales, sin duda alguna muy a tener en cuenta si finalmente decidimos apostar por ellas. Las superficies lacadas ofrecen una imagen muy pura en sus acabados, perfectos para reforzar la sensación de ambientes despejados y limpios. Al mismo tiempo se llevan de maravilla junto a colores más planos en su intensidad cromática, compensando y añadiendo profundidad. O bien jugando a crear contrastes especialmente llamativos, combinándolas con superficies mates, como los cálidos revestimientos de madera.
De igual forma, puestos a pensar en materiales y muebles, no todos funcionan con los mismos resultados. Por ejemplo, los accesorios y las lámparas de latón, o los muebles auxiliares con estructuras doradas son una excelente compañía. Lo mismo sucede con los sofás y butacas de cuero en color tabaco en rincones de lectura. El maridaje es sencillamente espectacular.
Otra opción de elegancia: las puertas de interior
Paredes lacadas: una mirada a los años 60
Las paredes lacadas fueron un auténtico descubrimiento para el mundo del interiorismo de los años 60. Revolucionaron la decoración con su estética fastuosa. Desplegaron un concepto del lujo que duplicaba su intensidad. Sus colores intensos y de una fuerza cautivadora sin precedentes cautivaron a decoradores e interioristas. Negros dramáticos, rojos sangre, marrones chocolate, verdes resplandecientes… Por tanto, de la mano de las paredes lacadas nacía una paleta cromática sugerente y provocadora a partes iguales. Una fórmula que descubría un mundo de tonalidades exclusivas para lucir sobre muros, suelos y techos.
Eso en cuanto a sus colores. Pero además las paredes lacadas aportaron al universo decorativo otra faceta más: su brillo. Gracias a la presencia de laca en su composición, el sello indiscutible de su estética. La laca puede ser nitrocelulósica o de dos componentes: la laca propiamente dicha más el secante. Una cualidad capaz de apreciarse con mayor o menor intensidad según la luminosidad de los espacios elegidos. Maravilloso binomio el de estos colores arropados por una capa de brillo que no deja lugar a dudas en su elegancia.
Glamour adaptado a la decoración actual
Pues bien, las paredes lacadas han vuelto a la decoración contemporánea y al diseño de interiores. Su papel actual es permitir explorar efectos y crear ambientes realmente fascinantes. Por cierto, también pueden ir de la mano de la creatividad. Incluso en nuestros ámbitos domésticos si se saben compensar y equilibrar con otros acabados y colores más serenos. La propuesta suena de lo más tentadora, sobre todo cuando queremos materializar la idea de introducir lujo en las habitaciones de casa sin renunciar a nuestro estilo, por supuesto.
En la cocina, el salón o el baño ¿por qué no?
Tal vez nos suene raro el hecho de pensar que las paredes lacadas pueden lucirse en cualquier estancia de nuestro hogar. O más bien poco adecuado desde el punto de vista decorativo. Sin embargo, es un error descartarlas de antemano en determinadas habitaciones. Como por ejemplo en baños de aire vintage, en cocinas de diseño o en pasillos estrechos. Precisamente su máximo atractivo es que podemos permitirnos exhibirlas en cualquier espacio. Atrevernos a que conquisten zonas o rincones puntuales para provocar un cambio estético. Hará sentirnos que estamos logrando nuestro objetivo. Traer glamour a esos espacios íntimos y personales gracias a unas paredes lacadas aquí y allá. Y todo ello sin preocuparnos de forma especial por su mantenimiento, pues esta superficie se limpian bien con jabón neutro y agua. La clave reside en dosificar su presencia y en saber qué otros colores y materiales pueden convertirse en sus mejores aliados.
Colores planos y acabados oro, grandes aliados
Ahora bien, no todo es lujo y fascinación cuando pensamos en las paredes lacadas como una propuesta a conquistar para nuestros espacios domésticos. También poseen otras cualidades más funcionales, sin duda alguna muy a tener en cuenta si finalmente decidimos apostar por ellas. Las superficies lacadas ofrecen una imagen muy pura en sus acabados, perfectos para reforzar la sensación de ambientes despejados y limpios. Al mismo tiempo se llevan de maravilla junto a colores más planos en su intensidad cromática, compensando y añadiendo profundidad. O bien jugando a crear contrastes especialmente llamativos, combinándolas con superficies mates, como los cálidos revestimientos de madera.
De igual forma, puestos a pensar en materiales y muebles, no todos funcionan con los mismos resultados. Por ejemplo, los accesorios y las lámparas de latón, o los muebles auxiliares con estructuras doradas son una excelente compañía. Lo mismo sucede con los sofás y butacas de cuero en color tabaco en rincones de lectura. El maridaje es sencillamente espectacular.
Otra opción de elegancia: las puertas de interior
Hay otras opciones muy atractivas para lograr que nuestras estancias favoritas ganen numerosos puntos en elegancia, con un efecto final similar aunque no exactamente el mismo. Como las puertas de interior lacadas. Estas carpinterías son perfectas para aportar un toque exclusivo a los interiores y además sus diseños modernos permiten jugar con distintas posibilidades estéticas. Sin perder de vista su capacidad para potenciar visualmente la luminosidad y amplitud de los espacios si elegimos modelos en blanco. Espero que le haya gustado saber algo más acerca de este acabado tan especial. Ahora le toca decidir.
Vía: Decoracion 2.0
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