El relax y el confort no están reñidos con lo sofisticado. Un escenario sencillo y fluido a primera vista requiere estilo y buen ojo. Si además añadimos un poco de arte sin que desentone en el conjunto, el resultado puede ser aún más espectacular. Como las casas de madera de la región portuguesa de Comporta. En esta, sus propietarios son unos amantes de la pintura, y querían un refugio donde escapar del mundanal ruido pero sin renunciar a sus obras.
La fórmula puede que radique en establecer qué elementos mandan. En este caso, las portuguesas Saaranha&Vasconcelos fijaron como punto de partida la luminosidad, la frescura y la sensación de que allí no pasa el tiempo. A partir de ahí el trabajo consiste en lograr una armonía entre lo rústico y lo moderno. Entre los colores pastel y los ácidos.
En cuanto a las obras de las paredes, no cualquiera sirve. Debían ir en sintonía con el espíritu de la casa: ser frescas y vibrantes. Por ello se decantaron por obras de sus compatriotas Luís Silveirinha y Lúcia David.
Cabe decir que casi que la mitad del trabajo ya estaba hecho por el excepcional emplazamiento de la vivienda. Comporta, a cien kilómetros del sur de Lisboa, es un lugar tranquilo con playas casi vírgenes. La llaman los Hamptons de Europa por su naturaleza y porque es el nuevo enclave preferido de los famosos. Eso sí, allí nadie se deja ver, no es su estilo.
Las casas, como la que les mostramos, son auténticos refugios y paraísos. Esta, en concreto, cuenta con 1.400 metros cuadrados y se distribuye en dos edificaciones: la principal y la de los invitados. La distribución de la primera cuenta con un comedor, una sala de estar, la cocina, tres habitaciones y los baños. Pero su alma está en el porche, el sitio donde pasan más tiempo.
Este ambiente se traslada al interior. Para empezar dejando que la luz entre por todas parte. A través de grandes ventanales y paredes blancas. Lo segundo es la frescura que respira. Aquí los elementos decorativos son responsables en gran parte. Y por último el confort que ofrece, gracias a la selección de materiales.
Madera, paja, lino y algodón dan el contrapunto a los lacados de la cocina y las superficies lisas en los muebles principales. El mobiliario también mezcla estilos: sillas de los años 60, taburetes hechos de madera reciclada y piezas que responden a la pasión de los propietarios por el arte. Ahí están la mesa Link de Jakob Wagner y las sillas Crioline de Patricia Urquiola.
Para más información visiten: Saaranha & Vasconcelos
Vía: diarioDESIGN
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