miércoles, 26 de octubre de 2016

Un antiguo almacén transformado en una acogedora y moderna vivienda

Porque no todos los espacios son mínimos, y no todos los buenos proyectos de reforma son apartamentos, hoy analizamos esta sorprendente transformación de dos antiguos almacenes de patata en Ámsterdam. El estudio de arquitectura Houben & Van Merlo se encarga de intervenir en un espacio industrial abandonado y convertirlo en dos atractivos apartamentos, siendo uno de ellos la casa-estudio de los fotógrafos Maurice Scheltens and Liesbeth Abbenes. Un catálogo de recursos, materiales y mobiliario, para dotar de alma un espacio abandonado.
Construir sobre la historia
Los antiguos almacenes se sitúan en un área de ambiente casi rural en el barrio de Ámsterdam Noord, al norte del río Ij. Los dos edificios datan de períodos distintos, y fueron levantados con diferentes sistemas constructivos. El primero, proyectado alrededor de la segunda guerra mundial, se construye con un sistema híbrido. El segundo fue construído en los años sesenta y utiliza estructura metálica, pavimento de madera y muros de hormigón. Los arquietctos tratan de conservar la estructura original, protegiendo la herencia arquitectónica de las construcciones. Las dos nuevas viviendas se abren a los generosos jardines, dando lugar a una vida volcada hacia el exterior, de largas visuales, frondosa vegetación y luz natural.
Adaptar el espacio y conservar la esencia
Ambas viviendas se separan por un muro de carga, siendo la de mayor magnitud la destinada a la célebre pareja de fotógrafos. Con unas dimensiones envidiables, la vivienda relaciona los espacios de día de manera fluída y diáfana, muy relacionada con el pasado industrial del edificio, de vastos volúmenes y techos altos. La planta incluye también la oficina de trabajo y el estudio de fotografía, en una cadena lógica de programa, donde la vida y el trabajo conviven juntos, pero no revueltos.
Volúmen diáfano y luz natural
El salón ocupa un área holgada y luminosa junto a una de las fachadas de amplios ventanales hacia el patio del jardín. La luz natural ofrece una claridad envidiable, intensificada gracias al reflejo del pavimento contínuo de microcemento, que cubre todo el suelo de la vivienda. La tónica general de la vivienda recuerda al espacio de almacén que solía ser el edificio, con estructura metálica expuesta y altos techos de entramado de madera que dejan al descubierto los conductos de ventilación y canaletas de electricidad. La fachada de vidrio dispuesta en L, introduce el verde del jardín en el interior de la vivienda, y permite la continuidad visual de lado a lado del espacio de día, incluso a través del patio.
Espacios encadenados y transiciones suaves

La zona reservada a la cocina participa de la diafanidad de manera discreta, convirtiéndose también en el espacio de entrada la vivienda. El visitante es recibido con notas cálidas, aroma hogareño, y una perspectiva general del espacio vividero. Un pequeño parapeto de bloques prefabricados de hormigón protege la encimera de cara al salón, y encierra el recinto de la cocina sin comprometer la conexión espacial y visual del interior. La encimera de madera tratada y el mueble recuperado lacado en verde determinan la paleta cromática del espacio. El frente de cocina se recubre con un alicatado cerámico y la campana metálica vuela sobre los fuegos, sujeta por finos cables directamente enganchados a las vigas de madera del techo.
Sinceridad constructiva y ambiente hogareño
Los anfitriones se preparan para recibir comensales en un comedor que ocupa el espacio de mayor extensión de la planta baja de vivienda. Con muros de ladrillo visto, techos descubiertos y estructura si revestimiento, el espacio se convierte en un lienzo desnudo, donde las plantas y mobiliario dibujan la escena cotidiana. El recuerdo de la historia y origen del edificio es indudable, y a pesar de la impersonalidad que puede deducirse de un antiguo almacén, los arquitectos logran dotar de vida cada uno de los rincones de la vivienda, con un diseño cercano y cuidado. El comedor, centro neurálgico de la vivienda, da paso al espacio reservado para la oficina a través de un amplio portón metálico, y conduce también a la planta superior más íntima de la vivienda. De esta forma, el espacio se convierte en el filtro directo entre el trabajo y el descanso.
Libertad de diseño en pequeños rincones
La escalera de acceso a los dormitorios se convierte en una pieza protagonista, dado su delicado diseño y geométrico trazado. Con perfiles metálicos como estructura portante, peldaños de madera maciza y barandilla de clables horizontales, parece más bien un dibujo sobre el alzado de la pared. Conduce a un espacio en entreplanta convertido en biblioteca, que constituye además un espacio de transición del volúmen diáfano de la planta baja, hacia la privacidad de los dormitorios. Este pequeño espacio con esencia de altillo se comunica visualmente con el comedor y recibe la luz de una pequeña ventana practicada en la pared superior. Una diminuta estancia con mobiliario sencillo de madera clara, donde pasar horas leyendo sobre la alfombra en una atmósfera recogida y tranquila.
Espacios íntimos y cuidados
Merece una mención especial el dormitorio de invitados, en la planta baja. Se trata de un espacio de dimensiones ajustadas, pero con una clara y óptima organización de mobiliario, donde el gris perla del pavimento se combina los tonos azules de los tejidos y trazos vainilla de la madera. Una estancia en la que la fachada de vidrio domina el espacio y lo baña de luz, unificando texturas y colores en una composición maestra para un lugar de descanso. Una oportuna encimera de alicatado oscuro con un pequeño lavabo ofrece cierto grado de independencia a la estancia, que se abre a un envidiable rincón del jardín. La enésima prueba de la importancia del tratamiento primoroso de cada uno de los espacios de la vivienda, para difuminar el ambiente de almacén rural y acercarla a su concepción de hogar.
Con luz y cerámica
El baño combina diferentes tipos de alicatado en tonos blanco, negro y terracota, para delimitar recintos visualmente y reflejar la luz. Se aloja bajo la cubierta inclinada, acercándonos a la calidez de la madera. Un espacio luminoso y ventilado, con mobiliario de principios de siglo que añade un giro atrevido al interiorismo.
Un estudio de fotografía en casa
Y ¿por qué renunciar a cualquiera de los deseos de los dueños, cuando se cuenta con un edificio de dimensiones tan generosas?. El estudio de fotografía ocupa un volúmen total, de suelo a techo, abarcando las dos alturas de la vivienda. Con paredes blancas, pavimento contínuo y luz cenital, ofrece espacio-contenedor de trabajo neutro y polivalente, donde dar rienda suelta a la creatividad.
Para más información visiten: Houben & Van Merlo 
Vía: habitissimo






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